Tercera entrega del importante análisis de Ryan T. Anderson
Contradicciones transgénero
Si las afirmaciones presentadas en este ensayo te parecen confusas, no estás solo. El pensamiento de los activistas transgénero es intrínsecamente confuso y está lleno de contradicciones internas. Los activistas nunca reconocen estas contradicciones. En cambio, usan de manera oportunista cualquier reclamación que les sea útil en un momento dado.
Aquí estoy hablando de activistas transgénero. La mayoría de las personas que sufren de disforia de género no son activistas, y muchos de ellos rechazan las demandas de los activistas. Muchos de ellos pueden considerarse víctimas de los activistas, como muestro en mi libro .
Muchos de los que sienten angustia por su sexo corporal saben que en realidad no son del sexo opuesto y no desean «hacer la transición». Desean recibir ayuda para identificarse y aceptar su yo corporal. No creen que sus sentimientos de disforia de género definan la realidad.
Pero los activistas transgénero lo hacen. Independientemente de si se identifican como «cisgénero» o «transgénero», los activistas promueven una cosmovisión altamente subjetiva e incoherente.
Por un lado, afirman que el ser real es algo más que el cuerpo físico, en una nueva forma de dualismo gnóstico, pero al mismo tiempo adoptan una filosofía materialista en la que solo existe el mundo material. Dicen que el género es meramente una construcción social, al tiempo que afirman que una persona puede quedar «atrapada» en el género equivocado.
Dicen que no hay diferencias significativas entre el hombre y la mujer, sin embargo, se basan en estereotipos sexuales rígidos para argumentar que la «identidad de género» es real, mientras que la encarnación humana no lo es. Afirman que la verdad es lo que una persona dice que es, sin embargo, creen que hay un ser real que descubrir dentro de esa persona.
Promueven un individualismo expresivo radical en el que las personas son libres de hacer lo que quieran y definir la verdad como quieran, sin embargo, intentan implacablemente forzar la aceptación de la ideología transgénero.
Es difícil ver cómo se pueden combinar estas posiciones contradictorias. Si se tira con fuerza de cualquier hilo de la ideología transgénero, todo el tapiz se desmorona. Pero aquí hay algunas preguntas que podemos plantear:
Si el género es una construcción social, ¿cómo puede la identidad de género ser innata e inmutable? ¿Cómo puede la identidad de uno con respecto a una construcción social ser determinada por la biología en el útero? ¿Cómo puede la identidad de uno ser no cambiable (inmutable) con respecto a una construcción social en constante cambio? Y si la identidad de género es innata, ¿cómo puede ser «fluida»?
El desafío para los activistas es ofrecer una definición plausible de género e identidad de género que sea independiente del sexo corporal.
¿Hay un binario de género o no? De alguna manera, existe y no existe, según los activistas transgénero. Si las categorías “hombre” y “mujer” son lo suficientemente objetivas para que las personas puedan identificarse como, y ser, hombres y mujeres, ¿cómo puede el género también ser un espectro, con el que la gente puede identificare, y ser ambos o ninguno o algo entremedio?
¿Qué significa tener un sentido interno de género? ¿Cómo se siente el género? ¿Qué significado podemos darle al concepto de sexo o género, y por lo tanto qué «sentido» interno podemos tener del género, además de tener un cuerpo de un sexo en particular?
Además de tener un cuerpo masculino, ¿qué «se siente» con ser un hombre? Además de tener un cuerpo femenino, ¿qué «se siente» con ser una mujer? ¿Qué se siente con ser ambos, un hombre y una mujer o ser ninguno de los dos?
El desafío para el activista transgénero es explicar cómo son estos sentimientos y cómo alguien podría saber si, él o ella,” se siente” del sexo opuesto o de ninguno o de ambos.
Incluso si los activistas trans pudieran responder estas preguntas sobre los sentimientos, eso aún no abordaría la cuestión de la realidad. ¿Por qué sentirse como un hombre, lo que sea que eso signifique, hace de alguien un hombre? ¿Por qué nuestros sentimientos determinan la realidad sobre la cuestión del sexo, pero en poco más? Nuestros sentimientos no determinan nuestra edad o nuestra altura. Y pocas personas creen en la demanda de Rachel Dolezal para identificarse como una mujer negra, ya que es evidente que no lo es.
Si aquellos que se identifican como transgénero son el sexo con el que se identifican, ¿por qué eso no se aplica a otros atributos o categorías de ser? ¿Qué pasa con las personas que se identifican como animales o las personas sanas que se identifican como discapacitadas? ¿Todas estas identidades autoproclamadas determinan la realidad? ¿Por qué no?
¿Y deberían estas personas recibir tratamiento médico para transformar sus cuerpos de acuerdo con sus mentes? ¿Por qué aceptar la «realidad» transgénero, pero no la realidad trans- racial, trans- especie y trans -capacitado?
El desafío para los activistas es explicar por qué el sexo «real» de una persona está determinado por una «identidad de género» interior, pero la edad y la altura y la raza y las especies no están determinadas por un sentido interno de identidad.
Por supuesto, un activista transgénero podría responder que una «identidad» es, por definición, solo un sentido interior del yo. Pero si ese es el caso, la identidad de género es simplemente una revelación de cómo uno se siente. Decir que alguien es transgénero, entonces, solo dice que la persona tiene sentimientos de que él o ella es del sexo opuesto.
La identidad de género, así entendida, no tiene nada que ver con el significado del «sexo» o cualquier otra cosa. Pero los activistas transgénero afirman que la «identidad de género» de una persona autoproclamada es el «sexo» de esa persona.
El desafío para los activistas es explicar por qué la mera sensación de ser hombre o mujer (o ambos o ninguno) convierte a una persona en hombre o mujer (o en ambos o en ninguno).
La identidad de género puede parecerse mucho a la identidad religiosa, que está determinada por creencias. Pero esas creencias no determinan la realidad. Alguien que se identifica como cristiano cree que Jesús es el Cristo. Alguien que se identifica como musulmán cree que Mahoma es el último profeta. Pero Jesús es o no es el Cristo, y Mahoma es o no el último profeta, independientemente de lo que alguien crea.
Entonces, también, una persona es o no es un hombre, independientemente de lo que alguien, incluso esa persona, crea. El desafío para los activistas transgénero es presentar un argumento de por qué las creencias transgénero determinan la realidad.
La determinación de la realidad es el corazón del asunto, y aquí también encontramos contradicciones.
Por un lado, los activistas transgénero quieren la autoridad de la ciencia cuando hacen afirmaciones metafísicas, diciendo que la ciencia revela que la identidad de género es innata e inmutable. Por otro lado, niegan que la biología sea el destino, e insisten en que la gente es libre de ser quien quiere ser.
¿Qué es esto? ¿Nuestra identidad de género está biológicamente determinada y es inmutable, o auto creada y cambiante? Si es lo primero, ¿cómo contabilizamos a las personas cuya identidad de género cambia con el tiempo? ¿Estas personas tienen el sentido equivocado de género en algún momento u otro?
Y si la identidad de género se crea por sí misma, ¿por qué otras personas la aceptan como realidad? Si tuviéramos la libertad de elegir nuestra propia realidad de género, ¿por qué algunas personas pueden imponer su idea de la realidad a otros simplemente porque se identifican como transgénero?
El desafío para el activista transgénero es articular alguna concepción de la verdad como la base de cómo entendemos el bien común y cómo debe ordenarse la sociedad.
Como documentamos en profundidad en » Cuando Harry se convirtió en Sally «, las afirmaciones de los activistas transgénero son confusas porque son filosóficamente incoherentes. Los activistas confían en afirmaciones contradictorias según les convenga para avanzar en su posición, pero su ideología sigue evolucionando, de modo que incluso los aliados y las organizaciones LGTB pueden quedarse atrás mientras el «progreso» avanza.
En el centro de la ideología está la afirmación radical de que los sentimientos determinan la realidad. De esta idea surgen demandas extremas para que la sociedad juegue junto con los reclamos subjetivos de la realidad. Los ideólogos trans ignoran la evidencia contraria y los intereses en conflicto, menosprecian las prácticas alternativas, y pretenden amortiguar las voces escépticas y cerrar cualquier desacuerdo.
El movimiento tiene que seguir remendando y apuntalando sus creencias, vigilando a los fieles, coaccionando a los herejes y castigando a los apóstatas, porque tan pronto como sus frenéticos esfuerzos decaen por un momento o alguien se resiste con éxito, toda la farsa queda expuesta. Eso es lo que sucede cuando tus dogmas son tan contrarios a las verdades obvias, básicas y cotidianas.
Un futuro transgénero no es el «lado correcto de la historia», sin embargo, los activistas han convencido a los sectores más poderosos de nuestra sociedad para que acepten sus demandas. Si bien las afirmaciones que hacen son manifiestamente falsas, se necesitará un trabajo real para evitar la propagación de estas dañinas ideas.
Traducido por MªDolores Domènech Vicens, colaboradora de InfoGender.