La noticia del próximo estreno en Barcelona de la «House of ErikaLust», una experiencia inmersiva erótica, no puede dejar indiferente a quienes ven en la vida humana un reflejo de la dignidad dada por Dios.
Hoy en día el placer, la tecnología y el arte parecen estar cada vez más entrelazados pero conviene preguntarse: ¿qué visión de la persona y de las relaciones humanas se está promoviendo en este tipo de propuestas?
Según la información disponible, la «House of ErikaLust» es una experiencia diseñada para explorar el placer sexual a través de la inmersión en un entorno que utiliza tecnología avanzada, realidad aumentada y estímulos sensoriales diversos. Se trata de un recorrido que incluye una sala de metaverso y una sala inmersiva, donde los participantes pueden sumergirse en un universo centrado en la sensualidad y el erotismo. Se promociona como una experiencia inclusiva, diversa y cinematográfica.
Uno de los aspectos que llama la atención es el enfoque «artístico» que se le ha dado, intentando separarse de la industria pornográfica convencional, para ofrecer una visión según ellos más «igualitaria». Sin embargo, pese a este intento de legitimación, el núcleo de la propuesta sigue siendo la sexualización del cuerpo y la promoción del placer como un fin en sí mismo.
Aunque no se ha revelado toda la información sobre el recorrido, se subraya la importancia de la curiosidad y de dejar atrás las reservas morales o éticas a la hora de explorar esta experiencia. Es decir, el cuento de siempre, de placer por placer separado totalmente de la integridad de la persona, pero con nuevos halos de supuesta modernidad.
La sexualidad es un don sagrado. Es una realidad que ayuda a completar a la persona, bien vivida, se enmarca dentro del amor conyugal, en el que dos personas se entregan mutuamente en un contexto de amor, matrimonio, permanencia, compromiso, fidelidad y apertura a la vida.
No es algo que pueda ser trivializado ni despojado de su profundidad trascendente porque perdería todo su sentido. Sin embargo, en nuestra sociedad contemporánea, la cultura dominante reduce la sexualidad a una mera fuente de placer, despojada de su dimensión trascendental y de sus implicaciones más profundas.
Placer, tecnología y arte
Lo que se presenta como una experiencia «inclusiva» y «sin reservas», donde cada individuo puede «explorar su propio placer», en realidad oculta una peligrosa trampa: la cosificación de las personas, la despersonalización y la banalización del cuerpo.
El cuerpo humano, que según la fe cristiana es templo del Espíritu Santo, se ve reducido a un objeto más de consumo, un medio para alcanzar sensaciones momentáneas sin una relación auténtica, ni compromiso real, ni receptivo, ni fecundo. Este tipo de proyectos, revestidos de arte y tecnología, pueden parecer inofensivos o incluso innovadores pero en realidad, contribuyen a distorsionar el sentido verdadero de la sexualidad y el valor intrínseco de la persona humana.
Además, la presentación de esta experiencia como «igualitaria» e «inclusiva» sugiere que cualquier tipo de práctica o imagen erótica es legítima, siempre y cuando se haga con «buen gusto» o sin fetichización. Sin embargo, no basta con evitar estereotipos o cuidar el «estilo» de las imágenes; lo que se promueve debe estar en consonancia con la verdad sobre el ser humano, la vida y su dignidad. El hecho de que la experiencia esté basada en la autoexploración del placer sin límites refleja una visión antropológica que separa el cuerpo del alma.
Estamos en una época donde la soledad, el vacío existencial y la desconexión humana son alarmantemente comunes y eventos como este no contribuyen a sanar estas heridas.
Al contrario, fomentan una visión narcisista y fragmentada de la vida, donde el bienestar personal se prioriza y la búsqueda de placer está por encima de todo. De este modo las relaciones humanas se vuelven transitorias, utilitarias y superficiales.
¿Qué visión de la sexualidad se promueve?
Como cristianos, estamos llamados a defender una visión integral de la persona. No se trata de rechazar la sexualidad ni el placer,pues son un regalo en sí mismo, sino de promover un contexto donde estos encuentren su sentido pleno: en la entrega mutua, el matrimonio, el respeto, y la apertura al don de la vida.
La «House of ErikaLust» puede ofrecer una experiencia inmersiva erótica, pero nos invita a sumergirnos en un mundo donde los valores que verdaderamente ennoblecen a la persona brillan por su ausencia.
Por tanto, más que ver esta oferta como una forma innovadora de entretenimiento, deberíamos cuestionar si realmente se alinea con el respeto hacia el ser humano. En una ciudad como Barcelona, rica en tradiciones y espiritualidad, no debemos perder de vista que la verdadera libertad no reside en la exploración sin límites, sino en vivir de acuerdo con la verdad que Dios ha inscrito en el corazón de cada persona.
El hecho de que la experiencia esté basada en la autoexploración del placer sin límites refleja una visión antropológica que separa el cuerpo del alma Share on X
1 Comentario. Dejar nuevo
Están adoctrinando y eso es lo que quieren, una sociedad en la que los niños y jóvenes solo tengan estos estímulos…una sociedad de ricos y pobres, lacayos y amos en definitiva.
Todas estas cosas que nos dicen y las leyes que inventan en donde todo son derechos… en realidad son derechos para ellos y servidumbres para los demás.
Espero y quiero creer, que la sociedad española despertará y no dejará que sigan adoctrinando a las generaciones actuales y venideras…