Terminamos con este artículo la serie de entregas en torno al documento de la Congregación para la Educación Católica, “La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo”.
En el primer artículo aludía ya a determinados proyectos educativos de ideario cristiano que, en realidad, presentan y ofrecen un mensaje diluido del Evangelio de Jesucristo. Es frecuente encontrar ahora, en todos los ámbitos, propuestas de fe basadas en un cristianismo de perfil bajo y, claro, esta tendencia se ha instaurado también en muchos centros educativos de ideario cristiano. Con la sana intención de querer que el Evangelio de Jesucristo sea conocido y vivido por muchos, se acaba ofreciendo algo que conserva tan solo un pálido reflejo del mensaje original de Nuestro Señor.
Eso es un hecho que está ahí, y por eso el documento se detiene analizando lo que vengo a llamar “reducciones del ideario”, distintos peligros que pueden amenazar la identidad de la escuela católica, deformándola o incluso convirtiéndola en algo que puede llegar a ser irreconocible para todo aquel que busque una educación católica.
- La primera de las reducciones la expresa el documento con total claridad: “la catolicidad no puede atribuirse sólo a ciertos ámbitos o a ciertas personas, como los momentos litúrgicos, espirituales o sociales, o a la función del capellán, de los profesores de religión o del director de la escuela” (n. 69).
Efectivamente, la identidad católica no es un añadido del proyecto educativo de un centro, algo que quede reservado para determinados momentos o espacios, y nada más. Tampoco es así la vida cristiana de cada uno de nosotros. La vida cristiana es una realidad que engloba todos los aspectos de mi vida y de mi persona, que anima todo mi día y cada momento del mismo.
Pues así también en el colegio católico: el mensaje cristiano impregna todas las actividades del centro, no solamente las específicas del ámbito de la pastoral. De hecho, si en un colegio católico se procura que se anuncie y se viva el Evangelio exclusivamente en determinados momentos, suele ser señal clara de que ese colegio es católico sobre el papel, y poco más. “Lo católico” no puede reducirse a unas enseñanzas, actividades, momentos específicos. Debe abarcar el día entero del cristiano, y debe abarcar, por lo tanto, el día entero de un centro escolar cristiano.
Si pretendemos ser un colegio católico hablando del Señor en la Misa y en la clase de religión, como si de una asignatura más se tratase, es evidente que estamos encorsetando el mensaje.
- La segunda reducción que señala el documento es aún más evidente: “Según una interpretación formal, la identidad católica se expresaría mediante un “Decreto” de la autoridad eclesiástica competente, que otorga la personalidad jurídica” (n. 70).
Como indica su enunciado, se trata de la interpretación de colegio católico desde un punto de vista formal o incluso “jurídico”: mi colegio es católico puesto que hay un documento que así lo acredita. En fin, pocas vueltas merece este argumento. Es como si pretendemos defender que todo bautizado, por el hecho de tener una partida de bautismo, es católico. Por supuesto que lo es en un sentido, puesto que ha recibido un sacramento que imprime carácter, pero puede que ese bautismo no tenga la más mínima repercusión en su vida actual; en ese caso, ¿seguiremos diciendo que esa persona es católica?, ¿lo es en todos los sentidos de la expresión? Ser católico, bien se trate de una persona o de un centro educativo, no es algo que se demuestre por la exhibición de un documento.
- Más sutil es la siguiente reducción que indica el documento vaticano: “… lo que cuenta sobre todo es el “espíritu católico”, la “inspiración cristiana” o la realización “carismática”, expresiones poco definidas, concretas y verificables en la realidad” (n. 71).
No es infrecuente entrar en un colegio y percibir en su ambiente un cierto entorno cristiano: se ven carteles en torno a actividades pastorales – normalmente destacando exclusivamente el aspecto social y caritativo del cristianismo –, decoraciones en tiempos litúrgicos destacados, y alguna otra intervención que deja claro que estamos en un colegio de “ambiente e inspiración cristianos”, donde se enseñan y cultiva “valores”, justicia, solidaridad, igualdad, etc. Puede que sea más que suficiente para algunas familias, de hecho, estoy convencido que algunas familias pueden buscar un colegio similar: “que sean cristianos, pero sin pasarse”.
Sin embargo, yo estoy convencido que un colegio cristiano debe aspirar siempre a presentar no solamente el mensaje de Jesús de Nazaret, sino también la Persona de Jesús de Nazaret, puesto que ser cristiano es ante todo encontrarse con Jesucristo, el Verbo encarnado.
- Finalmente, el documento indica la que seguramente sería la reducción más penosa de todas: se trata de aquellos colegios que ofrecen a sus familias y alumnos “…un modelo “cerrado” de escuelas católicas. En ellas no hay lugar para los que no son “totalmente” católicos. Este modelo contradice la visión de una escuela católica” (n. 72).
¿Quién es “totalmente” católico? Una cosa es la pretensión, absolutamente válida y evangélica, que todo cristiano debería tener de vivir en plenitud el mensaje de la salvación, y otra muy distinta sería pretender crear una comunidad de “elegidos”, en la que solo tengan cabida aquellos que de verdad se toman en serio la vida cristiana. Ni es una actitud cristiana, ni tiene la más mínima lógica en las circunstancias sociales en las que estamos, donde cualquier realidad pastoral cristiana debe ser planteada en clave de primer anuncio, y siempre abierta al más alejado, como hizo Nuestro Señor con todo el que se acercó a Él.
En fin, colegio católico será aquel en el que sea posible – se pretenda y se facilite – el encuentro personal con el Señor. Algo tan real y tan grande, que no puede quedar limitado a unos momentos específicos de pastoral (1), reducido a un documento (2), confiado a un mero espíritu y ambiente (3) y menos aún ofrecido con exclusividad a un reducido grupo de selectos (4).
El documento se detiene analizando lo que vengo a llamar reducciones del ideario, distintos peligros que pueden amenazar la identidad de la escuela católica, deformándola o incluso convirtiéndola en algo que puede llegar a ser… Share on X