El desacuerdo con las políticas pro-LGBT rápidamente se tilda de anti-ciencia. Como Jonah Goldberg señala, éste es un ejemplo de ideología que usa el lenguaje de la ciencia para camuflarse a sí mismo.
Resulta que la ciencia real no es de mucha ayuda para la defensa de los transgénero. La Asociación Americana de Psiquiatría, DSM-5, remarca que las tasas de deserción de disforia de género es de un 70 a un 97 por ciento en «varones de nacimiento» y de un 50 a un 88 por ciento en «mujeres de nacimiento». La Asociación Americana de Psicología en su Manual de APA sobre Sexualidad y Psicología afirma que la gran mayoría de los niños y niñas disfóricos de género aceptan su sexo de nacimiento/cromosómico en la adolescencia o en la edad adulta.
El psicólogo de la Universidad de Toronto, Dr. James Cantor , cita tres estudios a gran escala y otros estudios más pequeños que muestran que los niños que se identifican como transgénero abandonan esta identificación entre un 60 y un 90 por ciento de los casos transcurrido un tiempo. Un Estudio de 2008afirmó que del 80 al 95 por ciento de los niños pre púberes disfóricos de género acepta su sexo biológico al final de la adolescencia.
En pocas palabras, la identificación transgénero es algo que con frecuencia se corrige a sí mismo. Una probabilidad abrumadora de desistimiento no es un argumento científico para imponer políticas sobre la identidad y el cumplimiento obligatorio de sus demandas.
Extracto del artículo del artículo Transgénero: ¿una religión patrocinada por el Estado?, de Andre Van Mol, MD, copresidente del Comité del Colegio Americano de Pediatras sobre Sexualidad Adolescente, publicado en Public Discourse.