El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha firmado la ley que restringe la exposición de los estudiantes más jóvenes al adoctrinamiento woke sobre la orientación e identidad sexual, la conocida por sus detractores como No digas gay (Don’t Say Gay), impulsada de manera personal por el propio republicano, y refrendada el pasado 8 de marzo por el Legislativo del estado, según informa La Gaceta.
Durante la ceremonia, a la que fueron invitados estudiantes y funcionarios de la administración educativa, DeSantis declaró que la ley garantizará que «los padres puedan enviar a sus hijos a la escuela para recibir una educación, no un adoctrinamiento«. A partir de ahora, los tutores también podrán demandar a los distritos escolares si consideran que violan la nueva norma, lo cual podrá llevar a profesores y centros educativos a afrontar costosas demandas.
En términos prácticos, según la normativa recién entrada en vigor, las escuelas deberán hacer público cualquier cuestionario de bienestar o formularios de evaluación de salud que planeen entregar a los estudiantes desde infantil hasta tercero, y solicitar el permiso paterno antes de que los niños respondan. En caso de que los centros no cumplan estas medidas, los padres podrán presentar quejas oficiales ante el departamento de educación o las mencionadas demandas contra el distrito.
Sobre los alumnos de infantil, el gobernador republicano ha tachado de «inapropiado» que incluso desde etapas previas a la educación primaria se adoctrine a los niños en la autodeterminación, el llamado derecho al libre desarrollo de la personalidad, por medio de la transmisión lúdica de una concepción de la naturaleza humana basada en que «pueden ser lo que quieran ser».
Además de Florida, en otros territorios de los Estados Unidos se encuentran en proceso de refrendo proyectos leyes similares a la llamada No digas gay. Por ahora, 15 estados han aprobado legislaciones en esa dirección durante el último año, mientras que en otros 26 han sido presentado proyectos similares. En total, más de 300 normativas análogas ya son debatidas por los Legislativos estatales, de las que más de la mitad servirán para evitar que los deportistas transexuales compitan en modalidades femeninas.
Por su propia naturaleza y por suponer una reapertura de un debate hasta ahora enterrado por la izquierda norteamericana, la ley sobre los derechos de los padres en la educación, al igual que otras iniciativas legislativas impulsadas por DeSantis, sufre una permanente campaña de acoso mediático, político y corporativo, encabezada por la Casa Blanca y Disney. El director general de la compañía basada en Florida, Bob Chapek, ha expresado su «decepción y preocupación» por una ley que «nunca debería haberse aprobado», y que podrá usarse «para discriminar injustamente a los niños gays, lesbianas y no binarios y a sus familias«. La posición de Chapek, es decir de Disney, no deja espacio a la ambigüedad: «Nuestro objetivo como empresa es que a esta ley la derogue la legislatura o se anule en los tribunales, y seguimos comprometidos a apoyar a las organizaciones nacionales y estatales que trabajan para lograrlo».
Ante los permanentes intentos de acoso y coacción, DeSantis ha sido claro en los últimos meses y, de igual manera, después de refrendar la ley: «Veo compañías como Disney criticando los derechos de los padres, criticando que no quieran que se incluya la transexualidad en las guarderías y en primaria. Compañías que se están enriqueciendo con el Partido Comunista Chino y no dicen nada sobre sus prácticas absolutamente brutales». Ha sentenciado: «Nuestras políticas se van a seguir basando en lo que más convenga a los ciudadanos de Florida y no en las elucubraciones de empresas woke«.