El Video del Papa de septiembre ya está disponible con la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. En esta ocasión, Francisco invita a rezar “para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo”.
La pena capital continúa presente en el mundo
En esta edición del Video del Papa, Francisco celebra que el rechazo a la pena de muerte se vaya extendiendo por todo el mundo, cosa que la Iglesia considera como “un signo de esperanza”. De hecho, según datos de las Naciones Unidas, unos 170 estados han abolido la pena de muerte, han impuesto una moratoria en su utilización en la legislación o en la práctica, o han suspendido las ejecuciones por más de 10 años. Sin embargo, la pena capital se sigue aplicando en 55 países en varios continentes.
La posición de la Iglesia sobre la pena de muerte
Desde Juan Pablo II hasta Benedicto XVI, los pontífices se han pronunciado con firmeza contra el uso de la pena capital por parte de los gobiernos en las últimas décadas. El Papa Francisco dio un paso más al aprobar en 2018 un nuevo párrafo del catecismo en el que se condena claramente la pena capital y en el que se expresa el compromiso de la Iglesia con su abolición total.
En el video de este mes, que llega en un momento marcado por las noticias de condenas a muerte y ejecuciones en diversas partes del mundo, el Santo Padre hace un llamamiento no solo a los cristianos, sino a todas las personas de buena voluntad. Reitera que “la pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”. En el plano moral, es inadecuada porque “destruye el don más importante que hemos recibido: la vida”. Finalmente, “a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible: el mandamiento ‘no matarás’ se refiere tanto al inocente como al culpable”. Además, hay otros motivos para rechazar la pena de muerte: los posibles errores judiciales y el hecho que “hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar”. “Siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza”, recuerda Francisco.