El comunicado, publicado hace unos días, suscrito por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, conjuntamente con la Academia Pontificia para la Vida, afirma que el “estado vegetativo” que padece Lambert no compromete, de ninguna manera, la dignidad de las personas que se encuentran en esta condición ni sus derechos fundamentales a la vida y al cuidado médico.
Igualmente afirma que alimentar a una persona enferma “nunca es una forma de obstinación terapéutica irrazonable, a menos que sea perjudicial para el paciente”.
En consecuencia, suspender el tratamiento representa una forma de abandono basada en un juicio despiadado sobre la calidad de vida, y es expresión de una cultura que descarta a las personas más frágiles e indefensas, sin reconocer el inmenso valor de la vida.
Por todo ello el Vaticano sostiene que la continuación de la asistencia es un deber ineludible, y pide que se encuentren soluciones eficaces para proteger la vida de Vicent Lambert.