La educación siempre ha sido un pilar fundamental del desarrollo personal y social. En España, la eterna discusión entre los beneficios de la enseñanza pública frente a la privada y concertada ha sido un punto recurrente de debate.
En este artículo, exploraremos el impacto que la educación privada y concertada tiene en el desarrollo de las personas, con base en un informe reciente publicado por La Fundación Europea Sociedad y Educación que analiza sus efectos a largo plazo. Este estudio, ha sido realizado por Juan Carlos Rodríguez, investigador de Analistas Socio-Políticos y profesor asociado de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid
A partir de los hallazgos, podremos extraer algunas conclusiones que invitan a la reflexión sobre el futuro de nuestro sistema educativo y las oportunidades que ofrece.
La enseñanza privada y concertada: ¿Un camino hacia la mejora social?
Uno de los temas principales tratados en el informe es la aparente eficacia de la enseñanza privada y concertada para proporcionar ventajas a largo plazo a quienes la cursan.
De acuerdo con los resultados, no se puede descartar la idea de que la enseñanza privada mejore la posición económica, social y cultural de los alumnos.
Para muchas familias, elegir un centro privado o concertado tiene una motivación clara: ofrecer a sus hijos mejores oportunidades de desarrollo, no solo en términos económicos, sino también en su formación como ciudadanos íntegros y comprometidos .
El informe menciona cómo la enseñanza concertada tiende a presentar más asociaciones con resultados positivos a largo plazo que la enseñanza privada sin subvenciones.
Este tipo de centros, a menudo gestionados por órdenes religiosas, no solo aportan calidad educativa, sino también una atmósfera que fomenta valores cívicos y comunitarios.
Las ventajas de la enseñanza concertada para el éxito académico
Una de las evidencias más contundentes del informe tiene que ver con el éxito académico.
Según el estudio, haber estudiado en un centro concertado aumenta significativamente las probabilidades de obtener un título universitario.
Esta diferencia se mantiene incluso después de descontar la influencia de factores como el nivel educativo y ocupacional de los padres. Este hallazgo es importante porque sugiere que la enseñanza concertada proporciona un entorno que facilita el aprendizaje y la motivación para el estudio.
No se trata únicamente de formar a los estudiantes en conocimientos académicos, sino también de proporcionarles las herramientas necesarias para afrontar con éxito las etapas posteriores de su formación.
El papel del entorno es fundamental: los alumnos de centros concertados no solo se benefician de un mayor apoyo académico, sino también de un ambiente propicio para el desarrollo personal, en el que el esfuerzo y la colaboración son altamente valorados.
Formación en valores: más allá del rendimiento académico
Uno de los puntos más interesantes que plantea el informe es el impacto que tiene la educación privada y concertada en la formación de ciudadanos más implicados en la cooperación y el altruismo.
Según el estudio, los alumnos de estos centros son más propensos a implicarse en actividades de voluntariado y a pertenecer a asociaciones de carácter social una vez llegan a la edad adulta.
Estos resultados nos hablan de una educación que trasciende los objetivos académicos y que tiene un impacto significativo en el desarrollo de un carácter orientado hacia el bien común.
«La educación no consiste solamente en transmitir conocimientos», asegura Juan Carlos Rodríguez, autor del informe, «sino también en formar personas capaces de contribuir positivamente a la sociedad».
Este enfoque hace que la enseñanza privada y concertada sea valorada por muchas familias no solo como un medio para mejorar la calidad de vida de sus hijos, sino también como una vía para formar ciudadanos responsables y comprometidos.
Diferencias de composición social: un factor a tener en cuenta
Uno de los desafíos a los que se enfrenta el análisis de estos centros es el factor de la autoselección: es decir, la tendencia de las familias con un nivel socioeconómico más alto a optar por este tipo de educación.
Esto plantea un problema importante: ¿es la enseñanza concertada realmente mejor, o simplemente acoge a un alumnado con más recursos y apoyo familiar?
El informe aborda esta cuestión, señalando que aunque la composición social de los estudiantes influye en los resultados, no explica por completo las ventajas observadas.
Es decir, hay algo más en la enseñanza privada y concertada que contribuye al éxito de los alumnos, y este «algo más» podría estar relacionado con la cultura del esfuerzo y la implicación que suelen caracterizar a estos centros.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Los resultados del informe nos llevan a una serie de reflexiones que, sin duda, son importantes para la sociedad española y el futuro de la educación en nuestro país.
En primer lugar, nos muestran que la enseñanza privada y concertada tiene un impacto significativo en la vida de quienes la cursan, no solo en términos de éxito académico, sino también en su desarrollo como personas comprometidas con el bien común.
En un momento histórico en el que el individualismo parece haberse convertido en la norma, estos valores son más necesarios que nunca.
En segundo lugar, el informe nos recuerda que la educación no es un campo neutro, y que las decisiones sobre dónde escolarizar a los hijos están cargadas de implicaciones sociales.
La tendencia de las familias a optar por la enseñanza concertada, cuando tienen la posibilidad económica de hacerlo, nos habla de la percepción de que el sistema público no siempre puede ofrecer lo mismo.
Esta situación plantea un reto para los responsables de la política educativa, que deben asegurarse de que la enseñanza pública también sea capaz de proporcionar las oportunidades necesarias para el desarrollo pleno de todos los estudiantes.
La cuestión no debería ser si un tipo de enseñanza es intrínsecamente mejor que el otro, sino cómo podemos aprender de las buenas prácticas de cada uno y aplicarlas para mejorar el sistema en su conjunto.
En un momento en el que la educación está en el centro del debate público, es necesario recordar que todos los esfuerzos que hagamos para mejorarla serán, en última instancia, esfuerzos para construir una sociedad mejor.
Tanto la enseñanza pública como la privada y concertada tienen un papel fundamental en este proceso. La clave está en la libertad educativa y en lograr que ambas trabajen de la mano, y que ofrezcan las mismas oportunidades para todos los estudiantes.