La vida familiar no ha sido ajena a las circunstancias sociales derivadas de la pandemia. Como señaló el presidente de GAD 3, Narciso Michavila, durante su participación en los Diálogos de Bellesguard (universidad de verano de la Universitat Abat Oliba CEU), “la inmensa mayoría de las familias salen reforzadas de la pandemia”, pero se registrará “un importante número de rupturas” en vacaciones entre las parejas que no hayan salido fortalecidas.
Esta visión coincide con la que tiene la experta en terapia de pareja y profesora de Psicología Clara Valls. Desde su punto de vista, la crisis sanitaria nos ha sometido a “una adaptación” que ha puesto en evidencia “nuestros puntos fuertes y los débiles”. Ante este reto, afirma que muchas parejas se han “fortalecido”, pero advierte de que otras han sufrido tensiones importantes.
En relación a si las vacaciones pueden ser el momento para recuperarse de este desgaste, Valls formula una distinción. “Para las parejas que simplemente se han estresado, pero han estado unidas, estas vacaciones pueden ser de las más deseadas”. Por el contrario, para las parejas “con dificultades más profundas”, el periodo vacacional puede suponer “un auténtico dolor de cabeza”
En un momento en el que se supone que tienen que estar disfrutando, estas parejas estarán “con el corazón encogido”. Hay que tener en cuenta que muchas parejas afrontan el verano después de que la reducción de la socialización las haya puesto frente al espejo de sus debilidades.
Y es que, como apunta Clara Valls, las vacaciones y la limitación de la socialización al entorno familiar más próximo activan dinámicas parecidas respecto de la salud conyugal. En ambos casos, se produce una intensificación de la convivencia que no hace sino “acelerar el proceso” en el que ya se encuentre la pareja. Si cabe, las restricciones sociales han tenido un “efecto más potente” en este sentido.
Cuando se afrontan las vacaciones en una situación de debilidad en la relación de pareja, hay que tener en cuenta que éstas no son, en sí mismas, un bálsamo para problemas de fondo. Por esta razón, en el caso de parejas con problemas profundos, una buena idea puede ser pasar el período de descanso en compañía de “amigos que los conozcan bien o hayan pasado por una situación similar”. No se trata de buscar compañía para evitar la cuestión, al contrario. Ha de tratarse de gente comprometida “que vaya a fondo con la pareja” y contribuya a un “afrontamiento directo del problema para hacer surgir una esperanza en la relación”. La desconexión o evitación del problema “puede aplazar el problema, pero no contribuirá a arreglarlo”.
El afrontamiento de la verdad, aunque sea dolorosa, “es el primer paso hacia la felicidad”, recuerda esta profesora de la UAO CEU. Por eso recomienda superar las reticencias a recurrir a ayuda profesional. “A veces nos da vergüenza pedir ayuda porque pone en evidencia cierta incapacidad. Sin embargo, dar y recibir ayuda nos humaniza y ayuda a crecer personal, conyugal y familiarmente”.
Momento para recordar en las vacaciones
Las vacaciones intensifican las dinámicas previas, no sólo en sentido negativo. El contexto vacacional también es propicio para revitalizar los fundamentos. En esta línea, Clara Valls explica que “las obligaciones del trabajo y las ocupaciones diarias, a menudo, transforman la relación de pareja o la familia en una empresa a gestionar” y que “las vacaciones son un período especial para recordar o reconocer que la pareja o la familia no solamente son obligaciones u ocupaciones diarias, sino que nuestra pareja o nuestros hijos, son un bien simplemente porque existen”.
Esta profesora universitaria también valora la posibilidad de que uno de los miembros de la pareja haga planes por su cuenta durante una parte de las vacaciones. “No es preocupante siempre que no sea una huida sino un momento de crecimiento personal”.