Las vacaciones de verano, las más largas del año para la mayoría de personas, no tienen, en sí mismas, un carácter terapéutico para las parejas que arrastren problemas de fondo. Dado que es un período en el que se intensifica la convivencia, lo normal es que “se acelere el proceso en el que ya esté la pareja, ya sea de crecimiento o de deterioro”, señala la profesora de Psicología de la Universitat Abat Oliba CEU, Clara Valls.
Muchas parejas llegan a las vacaciones tras meses de intenso trabajo, estrés y poca comunicación, esperando pasar un tiempo de calidad y distensión con las personas más queridas. Sin embargo, en muchas ocasiones el tiempo de vacaciones no es tan idílico, surgen conflictos, se rompen expectativas y en el peor de los casos la relación acaba en ruptura. De hecho, a menudo vemos aumentar el número de parejas que piden orientación o terapia después del período estival.
En este sentido, explica Valls, si reconocemos la presencia de un problema en la relación (falta de comunicación, distancia afectiva, lucha de poder…) no será productivo tomar las vacaciones como un momento de “desconexión o distracción” de esta situación. Esto sólo “pospone el afrontamiento del problema, que puede hacerse más grande con el paso del tiempo”.
¿Tengo un espacio para cultivar mis intereses personales y permito que mi pareja conserve el suyo?
Afrontar directamente el problema, sin evitaciones, es clave si se quiere conseguir que el tiempo del que se dispone en vacaciones pueda resultar positivo para la relación. En este sentido, podemos aprovechar este tiempo más relajado para hacer una autoevaluación sobre el grado en el que respetamos aspectos clave para tener una relación de pareja satisfactoria y constructiva para ambos. Valls enumera alguna de las cuestiones clave: ¿Tengo un espacio para cultivar mis intereses personales y permito que mi pareja conserve el suyo? ¿Tenemos tiempo compartido, aunque sean unos minutitos al día para escucharnos y apoyarnos? ¿Tengo muestras de afecto hacia el otro? ¿Soy capaz de expresar diferencias de opinión respetando al otro? ¿Muestro agradecimiento y valoro explícitamente al otro (favores, virtudes, acciones…)?
Descuidar alguno de estos aspectos es habitual en todas las parejas. En este sentido, “podemos sentirnos reconocidos, no escandalizarnos e incluso encontrar soluciones al compartir nuestras dificultades y nuestras formas de afrontarlas con otras parejas y amistades”. Si la relación no mejora lo esperado, es recomendable “buscar la ayuda necesaria”, antes que sea demasiado tarde, participando en una terapia de pareja. Un espacio neutral, de libertad, respeto y confidencialidad en el que ambos miembros serán escuchados, no juzgados, en sus necesidades y en el que ambos harán “un trabajo personal para construir o recuperar una relación, satisfactoria y de acogida, aunque probablemente no ausente de conflicto, en la que ambos puedan desarrollarse personalmente”.
Espacio para la familia nuclear
Respecto a la idea de que reservar parte del período de descanso para estar con la pareja y los hijos, si los hubiere, esta psicóloga lo considera “más que recomendable”. “Las obligaciones del trabajo y las ocupaciones diarias a menudo transforman la relación de pareja o la familia en una empresa a gestionar. Las vacaciones son un período especial para volver a conectar con nuestra necesidad de dar y recibir afecto y de trabajar para que esto sea posible dentro de la relación conyugal y familiar”, añade Valls.
Sobre el hecho de que uno de los miembros de la pareja haga planes por su cuenta durante una parte de las vacaciones, Valls no lo ve preocupante siempre que no se trate de “una huida” sino de un “momento de crecimiento personal”.