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Unidad de vida, plenitud del amor

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Doble vida. Humos de chamusquina. No seas como aquel que nunca te alaba nada, y sin embargo siempre está a la que salta para hacerte una observación descalificadora de tu actitud, solo porque no comparte tu manera de obrar, esa que se le atraviesa y dice que le hace tropezar. En realidad, va a ciegas. ¿No sería mejor abrir los ojos? Ciertamente. “Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios” (Mc 10,25). ¡Está segándote la hierba!

Espíritu de doble rasero. Él te exige, pero tú persistes. Como si fuera tu obligación darle y darle vaciándote a destajo, y él sigue modosito y tan pancho su camino con la sangre que te chupa, a ver si de esa manera consigue sobrepasarte en amistades y paripé… para colocarse en el candelero. A ti intenta apagarte el brillo, pero al tiempo te muestra a trancas y barrancas (lo intenta) que él sí que está hecho para brillar.

Suma y sigue, porque ahora con internet ha encontrado su panacea: si un día no le va lo que tú dices, te bloquea de un solo clic. ¿Por qué? Por su espíritu mediocre colmado de envidia, con el que está husmeando a la par que flambeando humores de eucalipto transgénico por las esquinas, tratando de encontrar seguidores. ¿Te creías que eras tú el único que los deseaba? Si en la vida real su guerra es abismal, en la virtual será su guerra total.

Y va y hace bolsa. Va metiendo en el zurrón “defensores de la paz”, porque para él la paz es que le dejen tranquilo colocarse a llamear en el candil sin habérselo ganado, para cuyo objetivo se rodea de matones tan o más mediocres que él, para equilibrar la balanza entre espíritu apocado/espíritu guerrero, y así se siente fuerte… sin gastar más energías que dar luz y calor a su pléyade de monigotes, con la quema de congéneres del partido contrario. Teme a la luz, porque la luz lo delata: ¡la luz es él! “Todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras” (Jn 3,20). ¿Es eso humildad? Más aún, es hipocresía, por eso jamás te dirá qué piensa que haces mal de manera coherentemente razonada, porque sabe que no tiene razón; sólo ambición, despecho, alevosía. Te desmarca (lo intenta) ignorándote con ignominia.

¡Sí! Tan humildico es el aspavientos mocoso que hasta parece humilde. Por eso su coartada es perfecta cuando invocando la humildad amparado en sus huestes, se siente el Rey del Mambo ¡por derecho de nacimiento! ¿Cómo va a permitirte vía libre a ti que vienes pisando fuerte, si él no se atreve a dar un paso? ¡Ahí está él, siempre dispuesto a diluirse entre el personal, puesto que así no se nota su mediocridad, y al ser él ahí el más mediocre, siempre tiene el pan asegurado, el que come más! ¿Y si te defiendes y te quejas? Entonces, pasa al ataque moviendo los peones a destajo para que los muertos sean los otros, y no él, Su Majestad, el dios de la manipulación. ¿Acaso tu supervivencia “ha de ser” otra cosa que malvivir calladito y tragar? “¡Cómo no, pequeño Watson!”.

¿Quieres encontrar la salida? Piensa que si te mantienes fiel a la Verdad, siempre vas a encontrarte el mediocre de rigor que te contrariará, pero ganarás en libertad, y la vida eterna. Por más que el mediocre te corte la respiración, mientras no llegues al otro mundo, siempre encontrarás aire “de no se sabe dónde”. Será Dios Padre que por medio de su Espíritu te reconfortará para que incluso con los contratiempos de las encrucijadas y los cortes de vía de las manifestaciones de los mediocres, Él actúe clarificándote el camino que debes seguir para llegar a tu objetivo, que (¡nunca lo olvides!), no tiene por qué ser el tuyo, sino solo y siempre el Suyo, que para eso eres Su hijo.

Y eso, ¿cómo se consigue? Con unidad de vida, no hay más. Déjate de guerrillas, no te ates a nada en la tierra. Tu vida es del Creador. No te empecines en grandes gestas, limítate a bordar con mimo las cosas pequeñas, que cuando son muchas conforman un tapiz grande y decorado por virtud de tu santidad ganada a pulso, hebra a hebra, hilo a hilo. Sé generoso, que dando se recibe. Siembra sin esperar; sembrando se siente el hálito divino, que es la Creación entera encontrada, latiendo y por sorpresa, en la vida lograda. Y ama: ahí está la Vida… en estado puro. Con eso, aquí serás feliz y libre, y la otra Vida la tendrás ganada. ¿Qué más puedes pedir?

Twitter: @jordimariada

Piensa que si te mantienes fiel a la Verdad, siempre vas a encontrarte el mediocre de rigor que te contrariará, pero ganarás en libertad, y la vida eterna Share on X

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