Una agresión descarada, brutal y premeditada contra las raíces, la fe y la identidad de todo un pueblo.
Un individuo, de origen magrebí, ha cometido un acto infame: destrozar con sus propias manos una representación del Cristo del Mar.
Las imágenes, que arden como fuego en las redes sociales, muestran con absoluta claridad el desprecio y la violencia con la que este sujeto ejecutó su ofensiva contra los sentimientos más profundos de la comunidad.
Los hechos, que sucedieron la noche del sábado 12 de abril, son simplemente repugnantes.
Este personaje trepó por la fachada de una vivienda particular, arrancó la lona con la imagen del Cristo del Mar y la destrozó sin miramientos, como si se tratara de un trozo de papel inservible.
Una agresión directa, sin ninguna provocación previa, ante la mirada impotente de los vecinos que grabaron incrédulos la salvajada desde sus ventanas.
El vídeo, por supuesto, no tardó en hacerse viral. La indignación se ha extendido como un reguero de pólvora por plataformas como Facebook, Twitter y WhatsApp.
No es lo único
Pero la historia no acaba ahí. Según ha confirmado la Hermandad del Santísimo Cristo del Mar, Nuestra Señora de las Lágrimas y San Juan Evangelista en el Monte Calvario, este mismo energúmeno ya había protagonizado otro acto de provocación intolerable durante el Domingo de Ramos en la iglesia de San Roque, en el barrio de La Chanca.
En pleno acto litúrgico, irrumpió en el templo gritando y profiriendo gestos obscenos hacia las imágenes religiosas, intentando mancillar el respeto y la solemnidad de la celebración.
Fueron los propios feligreses quienes, con valor y determinación, lo expulsaron a la fuerza del recinto sagrado.
La comunidad de Pescadería está que arde. No es para menos. Este ataque no es un simple acto vandálico: es una provocación deliberada, un desprecio absoluto por las tradiciones, la cultura y la fe que sostienen a esta comunidad.
Los vecinos, hartos de ver cómo se pisotean sus valores, exigen justicia inmediata y medidas contundentes. No se puede permitir ni un minuto más la impunidad de quienes desprecian y atacan nuestras raíces con tal descaro.
La profanación del Cristo del Mar nos recuerda: ¿Hasta cuándo vamos a tolerar estas agresiones contra nuestros símbolos religiosos? ¿Dónde está la respuesta firme de las autoridades?
La sociedad exige castigos a la altura de la ofensa, porque aquí no estamos hablando de una simple gamberrada: estamos hablando de un ataque a la esencia misma de nuestra identidad.
La Hermandad ha expresado su profundo dolor pero también su inquebrantable determinación:
Pescadería no se rinde. Pescadería no se arrodilla ante los bárbaros. Pescadería defenderá con uñas y dientes su fe y sus tradiciones.
La indignación es absoluta. La respuesta de los vecinos inevitable.
