Pienso que una sociedad como la española con el 22 por ciento de jóvenes sin expectativas de trabajo, ni de una formación adecuada para su desarrollo personal y profesional, debe empezar reconociendo un fracaso de su sistema educativo y de la capacidad de integración en el mundo laboral. Mientras el Gobierno está preocupado por sus obsesiones ideológicas, el fracaso escolar aumenta debido a un sistema que no prepara a las nuevas generaciones en el mérito y en el esfuerzo.
Tampoco se han desarrollado propuestas de formación profesional probadas con éxito en otros países de Europa. El incremento de los jóvenes que no estudian ni trabajan, “ninis”, además de generar profundas desigualdades sociales, conduce a formas de vida fácilmente manipulables por ideologías y modos violentos de expresar la frustración. Quien afirma que la juventud de hoy es la mejor preparada de la historia se olvida de una parte no menor de esa juventud, que debe ser una prioridad para todos, especialmente para los que gobiernan.