Vivimos momentos de mucha tristeza y de mucho sufrimiento. ¡Cuánto dolor! ¡Cuánta angustia!¡Cuántas preguntas! ¡Hasta la fe se pone a prueba!
Vivimos en un mundo donde la vida está detrás de los muros; donde en cada casa hay una historia; y donde cada uno hace por vivir de diferente manera, buscando una esperanza a la que agarrarse.
Vivimos en un mundo “hiperinformado” e “hiperconectado”, donde el periodismo se ha convertido en “actividad esencial”, siempre lo es, pero ahora mucho más. Los periodistas son testigos de primera vista de la magnitud de esta epidemia que nos ha paralizado y nos ha obligado a encontrarnos con una realidad sufriente cara a cara. Los periodistas y los responsables de los medios de comunicación están obligados por ética y por responsabilidad a contarnos la verdad. No podemos sumar a este sufrimiento y a este dolor la mentira y los bulos.
Porque en medio de esta terrible situación buscamos respuestas a tantas preguntas que nos han surgido; anhelamos un oasis de esperanza que nos invite a pensar “ya queda poco” y los medios de comunicación se pueden convertir en grandes aliados de esta esperanza transmitiendo la verdad y contrastando los hechos y las manifestaciones. Los periodistas tienen que servir a la verdad, porque no se puede servir a la verdad y al sensacionalismo; no se puede servir a la verdad y a las audiencias; no se puede servir a la verdad y a las fake news.
La fake news, esas noticias falsas que se disfrazan de verosimilitud, credibilidad y que captan enseguida nuestra atención, también se han convertido en protagonistas de esta pandemia, apoyándose en nuestras emociones que están a flor de piel y aprovechando la búsqueda desesperada de respuestas que tenemos. No es lícito enmascarar la verdad y fomentar la desinformación. No es lícito jugar con el deseo de información de la sociedad.
El Papa Francisco en el mensaje de la 51ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 24 de enero de 2018 ya habló de las fake news, indicando que “las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio. A esto conduce, en último análisis, la falsedad”.
Por lo tanto, no podemos consentir actitudes intolerantes como dice el Papa Francisco, porque vivimos momentos de exigir la Verdad, ya que no podemos sumar a la pandemia del miedo la pandemia de la falsedad. Los periodistas no pueden hacerse fuertes –siendo una de las profesiones más influyentes de la sociedad- sirviendo a la mentira y al sensacionalismo. Los grandes profesionales son los que comunican la verdad y la esperanza, incluso cuando todo parece oscurecerse, colocando a las personas en el centro de la información y promoviendo la dignidad de cada una de ellas. Es tiempo de contar la verdad.
Los periodistas y los responsables de los medios de comunicación están obligados por ética y por responsabilidad a contarnos la verdad. No podemos sumar a este sufrimiento y a este dolor la mentira y los bulos Share on X