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Sublime ocaso a considerar (3)

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En mi último escrito les manifiesto que leeré de nuevo y detenidamente el apartado ¿Están, pues, en crisis la virtud de la religión, la liturgia y los sacramentos? (páginas 167 a 175). Mi lectura del libro está finalizando. Hoy toca incidir en estas páginas aludidas. Dan mucha diana en lo que me afecta personalmente en mi militancia eclesial desde hace muchísimos demasiados lustros. El primer párrafo (págs. 167-168) expresa textualmente lo siguiente y que yo remarco en párrafo aparte, antecedente a mi reflexión pública:

“No creo que sea exagerado afirmar que la Iglesia atraviesa la crisis del sacramento y del sacrificio de la Eucaristía más grave de su historia. El aggiornamento de la liturgia no ha traído consigo los frutos esperados. Es imprescindible redoblar los esfuerzos por eliminar todos los aspectos folclóricos que convierten las Eucaristías en espectáculo. En la celebración de la misa las invenciones más increíbles han hecho palidecer el misterio pascual. Se ha extendido una música ajena a la misa. Ha habido incluso misas <<temáticas>>. El respeto de las normas litúrgicas no ha contado con una protección suficiente. La fidelidad implica también el respeto a las normas litúrgicas promulgadas por la autoridad eclesiástica y excluye tanto las innovaciones arbitrarias y descontroladas como el terco rechazo de lo que está legítimamente previsto e integrado en los ritos sagrados.”

Este párrafo antecedente es ante todo una reflexión dirigida al clero y al episcopado. Habitualmente en las Eucaristías o Santos Sacrificios de las Misas, los ministros celebrantes omiten anunciar y recordar sistemáticamente (ellos o monitor autorizado) las normas litúrgicas concretas que corresponden a cada momento eucarístico. En otra época cabía presuponer (ellos) que el pueblo congregado las conocía. A mi modo de ver, en la actualidad desde hace muchos años, el desconocimiento es sobresaliente. A veces las retransmisiones televisivas (según en qué canal) de la misa de Año Nuevo desde la Basílica de San Pedro en el Vaticano, gracias a Dios, tienen lugar sin ningún periodista traductor. La misa es en lengua latina. Me planto ante el televisor con volumen alto y participo en ella. Puedo cantar el Pater Noster y responder las alocuciones que me corresponden como pueblo en lengua latina.

Lengua latina que brilla por su ausencia sistemática en nuestros templos. En concreto los de la ciudad de Barcelona en España. Existe un invento parroquial diocesano que consiste en alternar la lengua catalana española con la lengua castellana española en el transcurso de las celebraciones dominicales. Existe otro que consiste en orillar sistemáticamente la lengua castellana española. Solo empleando la catalana. En templos parroquiales con varias misas es factible programarlas en una u otra lengua. ¡Con lo fácil que sería recurrir a la latina! En la actualidad hay cursillos parroquiales para todo. No veo por ninguna parte el más mínimo interés en cursillo litúrgico de lengua latina litúrgica. ¡Qué diferente es esto a los extintos misales para pueblo de Dios en textos bilingües latino-castellanos y latino-catalanes! A finales de la década de los años 60 del siglo XX yo acudía al templo con mi misal bilingüe. ¡Mucho antes de aprender latín en mi Bachillerato Elemental y luego en el Superior!

Podía seguir perfectamente las oraciones y moniciones en lengua latina. El problema surgió luego: ¡la desacralización en vernáculo de la liturgia! … con pasividad singular, por lo menos, en la entonces Archidiócesis de Barcelona. Tengo experiencia posterior y también actual en cerrar los ojos durante la Consagración. Así veo la Eucaristía y no contemplo los traseros de fieles de todas las edades que no se arrodillan ni por casualidad.

Página 169: <<Animo a los sacerdotes más jóvenes a atreverse a prescindir de las ideologías de los fabricantes de liturgias horizontales y retomar las directrices del Sacrosanctum Concilium>>

Y yo animo a todos Vds. a leer, por primera vez si es el caso, y a profundizar en este texto del Concilio Vaticano II que regula y orienta en materia de liturgia. Liturgia que constituye una asignatura pendiente. Conviene que el clero detecte en todas partes que en sus misas hay un pueblo maduro autodidacta conocedor de la Sagrada Liturgia. ¡Pueblo de Dios en marcha conocedor y obediente al que no se la pegan con falsificaciones litúrgicas de baja estrofa!

Pater noster qui es in caelis:

1.- Sanctificetur Nomen Tuum

2.- Adveniat Regnum Tuum

3.- Fiat Voluntas Tua sicut in caelo et in terra

4.- Panem nostrum quotidianum da nobis hodie

5.- Et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris

6.- Et ne nos inducas in temptationem

7.- Sed liberanos a malo

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Francesc Martínez Porcell
    23 noviembre, 2019 17:25

    Con las prisas uno se equivoca de foto. Ésta del Diario de León con el sol poniente y la cruz es la adecuada.

    Responder

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