En 2003 se estrenó «Como Dios» (en inglés, «Bruce Almighty»), película de humor en la que Dios (Morgan Freeman) concede omnipotencia a un periodista quejica y vanidoso (Jim Carrey). Para algunos cristianos era poco reverente, y para parte del público generalista era una película demasiado cristiana, y no a todos gustaba la gesticulación de Carrey. En las enciclopedias ponen su foto al lado de la palabra «histrionismo».
Así que la secuela, «Sigo como Dios» (http://www.sigocomodios.es/ ) decidió mejorar eso. Es el mismo guionista (Steve Oedekerk) y director (Tom Shadyac), pero sin chistes irreverentes, efectos especiales más impresionantes (bíblicos, podríamos decir) y sin Carrey. Vuelve Morgan Freeman haciendo de Dios magníficamente.
Esta vez la «víctima» de su amor (pues todo lo que hace Dios es por amor) es Evan Baxter (Steve Carell), recién elegido congresista. Padre de tres hijos, felizmente casado, llega al congreso con el lema «Vamos a cambiar el mundo«. Sin ser una familia especialmente devota, él se anima a rezarle a Dios: «ayúdame a cambiar el mundo». Su mujer reza por su parte: «haz que nuestra familia esté más unida». Dios responderá a su manera. Una manera extraña, pero al final la manera de Dios es la que funciona.
El número 614 empezará a aparecer en todas partes (Génesis 6, 14: «construye un arca de madera resinosa«). Vendrán animales de dos en dos persiguiendo al congresista Baxter (y manchándole el traje con defecaciones de pájaro). Camiones traerán cargamentos de madera en el patio de la enorme casa del nuevo congresista. Y Dios mismo le dará a Evan un manual de «Construcción de Arcas a la Antigua Usanza para tontos«.
Igual que Tim Allen en «Santa Claus», verá como le crece la barba y Dios le coloca una túnica a la salida de la ducha. «De hecho, me siento muy cómodo en ella… ¿tienes pan sin levadura?», dice a su mujer, que responde: «en nuestro siglo se llama pan de pita».
Joana, la esposa de Evan, huirá de lo que parece una locura llevándose a sus hijos, hasta que tenga su propio encuentro con Dios y recuerde su oración: «que nuestra familia permanezca unida». Así, toda la familia (y los animales) colaborarán en el Arca.
La potencia de la historia de la construcción del Arca en la Biblia radica en que todo el mundo se reía. Era una familia contra el mundo. Una familia en un empeño colosal, sin más garantías que la palabra de Dios. Como recuerda el mismo Jesucristo:
«como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.»
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