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Seres humanos y linces

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Haber puesto en comparación un lince con un ser humano me parece un error. Cuando defendemos la vida humana defendemos cada vida humana concreta como titular de un derecho humano a la vida que no se rige por criterios de cantidad.

En el caso del lince se defiende a la especie no al individuo. No obstante, con el aborto causado a cada niño se produce infinitamente mayor mal que con la extinción causada de la especie del lince ibérico. Debemos proteger la especie del lince y debemos proteger la vida concreta de cada ser humano.

Parece, con la campaña, que el lince tenga la culpa de las barbaridades cometidas por unos seres humanos que matan a otros seres humanos mientras le protegen a él. Estos seres humanos concretos piensan que la especie humana y la especie del lince valen igual, por tanto un lince concreto es objeto de especial protección porque su especie está en peligro de extinción, mientras que la especie humana no.

Hemos comparado cosas distintas e incomparables. La especie del lince tiene un valor pero la especie humana no tiene valor alguno. En relación al hombre lo que tiene valor es la vida humana concreta de cada persona. Con el lince ibérico rige un criterio de cantidad pero con la persona humana el criterio es de cualidad.

La Ciudad Encantada de Cuenca también está más protegida que el nasciturus y si siquiera tiene vida, son piedras. Las comparaciones son odiosas y, en este caso, profundamente desacertadas, en mi opinión. Creo que hemos metido la pata y espero que sepamos hacer lo que se debe en estos casos: arrepentirse, pedir perdón e intentar rectificar.

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