Es una evidencia objetiva, pero mal asumida, que el catolicismo significa hoy en España una disidencia con relación a lo que cuenta: el poder político y económico, y la hegemonía cultural. Sobre esto último, lo católico es pura contracultura.
Ambas características, la de la disidencia y la de la contracultura, de persistir en el tiempo, llevan a la marginalidad más absoluta. Por esto tiene todo el sentido del mundo lo que plantea la segunda Asamblea Cristiana que se celebrará el día cuatro de marzo en el Aula Magna de la Universidad Abad Oliba CEU Barcelona, promovida por e-Cristians, la Asociación Católica de Propagandistas y la propia Universidad, y que será abierta por el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona, y el rector de la misma.
La intención de lo que se presenta y sobre lo que se dialoga está muy bien resumida en el lema del encuentro: «Nuevos impulsos, nuevas vías. De la disidencia a la alternativa».
Se trata de exponer y dialogar sobre ello a lo largo de toda la mañana del sábado; de exponer y dialogar sobre una serie de nuevas iniciativas en el ámbito de la defensa y promoción de la vida humana, de cómo conseguir la presencia de Cristo en la empresa, un tabú especialmente agudo en nuestro país, y de cómo plantear respuestas al totalitarismo ideológico que amenaza a nuestros hijos y nietos en la escuela, cuando la llamada educación afectivo sexual se transforma en adoctrinamiento para homosexualidad y el transgenerismo
Y junto con realidades en marcha, que muestran nuevos impulsos en el ámbito cristiano y que dan buena cuenta de su vigor cuando existe compromiso y acción, se tratará también del planteamiento de nuevas vías.
Una en relación con los jóvenes, pero no tanto desde el punto de vista de una actividad juvenil más, sino cómo la asunción generacional de un compromiso para transformar el actual estado de cosas, de que esto no funciona, especialmente en el ámbito político, porque lo que hay no sirve, y es necesario poner el contador a cero para regenerar esta decisiva dimensión colectiva que, en definitiva, es la que determina el bien común. Sin buena política el bien común se vuelve improbable.
¿Hacia dónde apunta esta respuesta generacional que se dirige a los jóvenes desde una perspectiva de jóvenes cristianos?
Esta es una cuestión vital, que la Asamblea del día cuatro abrirá la puerta, para encontrarse, seguramente, con el planteamiento global de otra intervención, la que desarrollaré; la del qué hacer para construir la alternativa a unas instituciones políticas en crisis, y de la que hemos hablado en diversas ocasiones en Forum Libertas, por motivos bien concretos.
Hoy vivimos prisioneros de una partidocracia tóxica, en la que incurren todos los partidos, los viejos y los nuevos, porque estos últimos han aprendido rápidamente que lo mejor del poder es distribuirse sus cuotas, sin cuestionar las normas de juego que permiten que estas existan, arrinconen al ciudadano, conviertan el Parlamento en algo ornamental y las elecciones en una simple subasta sobre la ocupación del poder. Y para ello juegan a polarizar las posiciones en lugar de esforzarse en construir la concordia, la amistad civil aristotélica, condición necesaria, precisamente, para alcanzar el bien común.
A esta crisis de la política desvinculada, no es ajeno el hecho obvio de que, en el ámbito político, el cristianismo no tiene entrada. Es un “algo” extraño, porque lo son sus postulados, como claramente lo han dejado patente los nuevos dirigentes del PP que, con retraso, se han convertido al mantra del aborto como derecho.
Por consiguiente, regeneración de la vida política y cristianismo van de la mano. Razonar esta afirmación y, sobre todo, entrar en lo que parece rehuirse. El cómo hacerlo, formar parte también de la temática del día 4 de marzo.
Para recuperar la fuerza de la presencialidad perdida por la pandemia y el imperio de lo digital, la Asamblea no será retrasmitida, lo que ciertamente limita mucho la asistencia. Por esta razón invito fervientemente, sobre todo a quienes viven en Barcelona y en su entorno, a que dejen lo digital en casa y asistan. Quienes están más lejos podrán acceder a lo tratado después, con la grabación. Pero, en la medida de lo prudente, hemos de recuperar la presencia y la relación que esta conlleva.
1 Comentario. Dejar nuevo
Excelente decisión la de prescindir de la virtualidad y promover la participación presencial.