Todo cristiano/a católico/a santifica las fiestas, especialmente los domingos, mediante su asistencia al Santo Sacrificio de la Misa. Repito en mayúsculas por si alguien que me lee no se da por enterado: SANTO SACRIFICIO DE LA MISA. Esto como aspecto nuclear de santificación. Sea en misa de primera hora, de mediana hora, vespertina o anticipada de vigilia. Tiene que ir acompañado, en la medida de lo factible, por el descanso laboral. Este Mandamiento de la Iglesia (el de ir a misa), que yo estudié en mi catecismo y que sigue en vigor, concreta el tercer mandamiento de la Ley de Dios. Es el Mandamiento bíblico y magisterial de Santificar las Fiestas.
El galimatías del confinamiento pandémico ha propiciado mi asistencia diaria a misa. ¡Cómo en mis viejos tiempos juveniles! ¿Cómo? ¡Mediante mi asistencia televisiva en directo! Hay otras opciones más modernas, aparte de las radiofónicas. Pues caben las retransmisiones YouTube desde el propio teléfono móvil y las mismas desde el ordenador. ¡Incluso caben las no son YouTube!. Yo prefiero la pantalla grande TV a todo color sin tocar botones y teclas con mis dedos. Pues estoy concentrado en la Santa Misa y no estoy para tocar botones. Hoy por hoy todas estas opciones son el único modo de participar en la misa sin un bozal en mi cara, sin ninguna distancia de contagio con los habitantes de mi hogar, sin necesidad que ningún obispo me diga que hay dispensa de precepto presencial los domingos y fiestas de guardar. Si dijesen lo contrario (que no hay dispensa) cabría pensar en posiciones heréticas. ¡Y no precisamente mías!
Aun cuando no oiga a ningún obispo decir que, por lo menos en día festivo, la asistencia es obligatoria vía tv, vía pc o vía radio y que no hay dispensa si tienes tv, pc o radio que funcionen correctamente. ¡Y recomendable los días laborables si padeces confinamiento! A medida que progresa en número de días el tiempo de confinamiento, se afianza en mí la determinación de hecho de asistir a misa televisiva diaria mediante comunión espiritual. Para que se de en mí la comunión en vivo y en directo tienen que suceder tres cosas: a) mi acceso sin bozal yo y sin bozal el señor cura en el confesionario. b) mi acceso sin bozal a misa en el templo sin ninguna distancia de seguridad con mis prójimos. c) comulgar en misa en mi lengua y no en mi mano, sin bozal yo y sin bozal el ministro sacerdote o diácono.
Hasta la fecha he sido muy transigente. Mi paciencia no confinada de lustros tiene un límite. Ésta tiene que ser santa. No es paciencia santa tener que admitir que no es factible comulgar como Dios manda. En cuanto lo sea sin bozales, sin distancias de seguridad y sin “seguratas voluntarios no remunerados”, me parece que exigiré por vía de hecho consumado mi comunión sacramental de rodillas y no por parte de ningún voluntario laico, laica o monja. Sino a cargo del ministro sea el sacerdote celebrante o el diácono que lo asista. Ir a contracorriente eclesial es lo que he hecho a lo largo de mis años. Ahora toca marcar cánones a un clero que no tiene ni pajotera idea de obediencia y unción en Sagrada Liturgia.
En cierta ocasión me vi obligado a comulgar en la mano. Era una ceremonia de primera comunión en un colegio de religiosas. En el banco situado delante del mío un adolescente y un niño se retaron a comulgar. El adolescente retó al niño. Quise observar primero desde mi lugar lo que iba a acontecer. El mayor de los dos “comulgó” en la mano. El otro no se atrevió y cerró su puño. La fila para comulgar se estaba acabando. Me acerqué a este niño por detrás una vez en su lugar y le susurré que si yo podía comulgar de él. Con bendita inocencia, sintiéndose liberado, extendió la palma de su mano. Comulgué de él. Adjunto un YouTube italiano corto ilustrativo de siete minutos con traducción sobre impresionada: https://youtu.be/4_a3YtfiTYM
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Mi equilibrio está algo tocado por la esclerosis. Para facilitar mi maniobra de arrodillarme en el suelo ante el sacerdote, me compraré un bastón farmacéutico de abuelito. O si acaso acudiré con mi bastón natural de rama sólida de árbol de calidad. Para facilitar la comunión voluntaria de rodillas se colocan dos reclinatorios de quita y pon ante cada ministro de la Sagrada Comunión. Permite una fluidez en el acto de comulgar.
No basta el comulgar en la boca, para ser máximo perfectos el sacerdote tendría que esperar a que el comulgante se comiera la Hostia. Yo he visto siendo pequeño como algún compañero de primera comunión se sacaba la hostia de la boca y no supe que hizo luego con ella. Todas las precauciones son pocas pero la que no fallaría es que el sacerdote pudiera insertar en el estomago de cada comulgante la Eucaristía. No puedo entender como se ha llegado a esta situación, bastaba decidir como dogma que Jesucristo solo esta presente en el Pan para aquellos que lo comen con reverencia y fe, no para los que profanan el sacramento. Pero vista la «evolución» perfeccionista que se ha continuado en la historia eclesial, ya vemos que existe esta gran maremagnum de dudas sobre la forma perfecta de comulgar. Recuerdo que habiendo estado en alguna ermita había visto alguna hostia tirada por el suelo cerca de la puerta de entrada. Sin el dogma de que Jesús no se hace presente para los profanadores, la Eucaristía es un verdadero rompecabezas.
Otra perla de la «evolución» perfeccionista eclesial la tenemos en los 6 días semanales en que los mandamientos de Moises mandan trabajar, y la Iglesia con su evolución perfeccionista lo ha variado introduciendo fiestas entre semana, que luego ya sabemos hoy que sacan máximo provecho los hoteles y restaurantes con esto de los «puentes». Además en Moises Sinaí el mandamiento de santificar las fiestas esta desglosado en 2 o 3 mandamientos, cosa que la Iglesia lo ha simplificado en 1. Otra perla evolucionista eclesial es que los mandamientos son decálogo, es decir 10, pero el 10 no es numero bíblico, Dios no usa el 10 en ningun pasaje bíblico. Com esto de la evolución eclesial tenemos tela para rato.
Las veces que he hecho de «monaguillo» sosteniendo la patena, retirándola rápidamente ante quien comulga en la mano, he podido apreciar la cantidad de personas que sea en la lengua, sea en la mano, comulgan con corrección y reverencia. Esto es lo que hay que preservar, educando en liturgia a quienes se presentan de cualquier manera sin ninguna clase de reverencia. El hecho de la falta de compostura en determinados fieles ha de conducir a la educación de formas y maneras por parte de los sacerdotes. Justamente abortar la comunión en la lengua, es una afrenta ante quienes tenemos rendición ante el Santísimo Sacramento. ¡No iré al templo a misa hasta que no tenga la garantía de que podré guardarme el bozal nada más entrar en él! ¡En todos los templos fases numeradas desiguales de confinamiento aparte!
Tv St Cugat canal 33 y Canal Trece se «esmeran» en no enfocar el acto de comulgar en estos tiempos pandémicos. ¡A ver cuando retransmiten una misa «pandémica» con asistentes incluidos!
La expresión por parte del sacerdote «el Cuerpo de Cristo» no es colectiva desde el altar. La respuesta «Amen» no es colectiva por parte del pueblo congregado en el templo antes de proceder a la Comunión eucarística. La expresión Corpus Christi en latín y en toda lengua vernácula la pronuncia en voz alta el sacerdote, diácono o ministro extraordinario. La pronuncia ante el fiel que accede a comulgar. Éste responde en voz alta «Amen». A continuación comulga. Esto es lo preceptuado en Sagrada Liturgia.
https://adelantelafe.com/la-eucaristia-el-mayor-tesoro-de-la-iglesia-en-tiempos-de-tribulacion/ Reflexión eucarística episcopal a tener en cuenta