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Sánchez, daño y amenaza para la democracia y el estado de derecho

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La democracia se basa en unos intangibles muy reales. Unos propios del capital social de un país como la credibilidad y la confianza, otros como atributos del sistema, la negociación, la búsqueda de acuerdos transaccionales, el reconocimiento de la alternativa al gobierno y la amistad civil entre quienes se dedican a la práctica política.

El estado de derecho requiere a su vez la presunción de inocencia, la igualdad ante la ley, la división de poderes, la libertad informativa y la no intromisión gubernamental en estos últimos campos, y la evitación de leyes discriminatorias y a medida.

Todo esto lo venía dañando el presidente del gobierno con su práctica política y ha alcanzado una culminación extraordinaria con su comparecencia anunciando lo que ya se sabía, que iba a continuar, con la clara y reiterada formulación de amenazas en sus declaraciones posteriores a TVE1 y la SER.

Vale la pena reparar en las principales amenazas de esta peligrosa historia que ahora se acentúa.

La carta: amor y víctima

Su carta directa a los ciudadanos, un gesto populista inédito en un primer ministro que elige el Congreso, se presentaba en primera instancia como una narración de amor y víctima. Qué mejor receta para llegar al corazón de la gente.

Destacaba un detalle insólito: informarnos que dedicará ¡5 días! a  reflexionar sobre si debe dimitir. Un presidente normal habría meditado en el silencio y nos habría comunicado al final su decisión, como hizo con tanta dignidad el presidente Suárez. Sánchez,  tan absolutamente escaso a la hora de informarnos sobre los asuntos de Estado, nos informa de que va a reflexionar.

El momento elegido: la reacción ante la intervención judicial

Está claro que  ha reaccionado a los ataques a su esposa –otras personas menos consideradas lo califican de críticas- solo después de que el juzgado de instrucción número 41 de Madrid dictara una resolución del magistrado Juan Carlos Peinado abriendo diligencias previas para investigar los hechos denunciados por la denostada entidad «Manos Limpias». Reacciona a la intervención de un juez.

Lo que está haciendo como presidente del gobierno es una presión desmedida para que el juez Juan Carlos Peinado de carpetazo al asunto.

La intromisión electoral

Lo ha hecho en plena campaña electoral  en Cataluña y con su última declaración llama descaradamente al voto para apoyarlo. Quiere  transformar en una ganancia el coste político de las diligencias judiciales. Pretende crear, buscar un voto aclamatorio de confianza y lanzar a la calle a sus huestes, recuperando así aquella tradición franquista del desagravio al líder mediante la concentración, el grito y la pancarta.

La amenaza

El texto de su carta, descalificando a todo el mundo que no comparte su tesis, es altamente amenazador. Más que una reflexión, hace una advertencia y esta actitud se ha acentuado y concretado en su comparecencia el lunes 29 de abril.

Los hechos

La denuncia al juzgado se fundamenta sobre todo en la carta de Begoña Gómez avalando al empresario Carlos Barrabés que concursó a la licitación de un ente público, Red.es, dependiente del ministerio de Economía, obteniendo contratos por valor de 10 millones de euros. La empresa de Barrabés ganó por la elevada calificación en el apartado de la puntuación discrecional, aunque en la valoración por factores objetivos quedó mal calificada.

Es una combinación desagradable. La mujer del presidente del gobierno no puede hacer escritos al mismo gobierno avalando ofertas de empresas y menos que estas ganen por la discrecionalidad.

La trayectoria profesional de su esposa desde que es presidente del gobierno no es en modo alguno la más recomendable. La mujer del presidente del gobierno no debe ir solicitando fondos de empresas porque esto está muy lejos de la corrección que se espera de una función institucional. No es de extrañar que se haya acabado produciendo esta tormenta que Sánchez intenta detener con su carta.

Nada de todo esto tiene porqué ser un ilícito penal, pero evidentemente todo esto es impropio porque, recordemos, que llueve sobre mojado. La carrera profesional, digámoslo así, de Gómez registró un fuerte impulso a partir de que Sánchez llegó a la Moncloa en el 2018 tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Si este hecho se producía en junio de 2018, en agosto, un mes extraño, Begoña Gómez se convirtió en doctora del IE África Center y dos años después pasó de ser una profesora externa de la Complutense de un máster de captación de fondos para ONG a dirigir una cátedra extraordinaria y codirigir dos másteres.

El relato sanchista

Todos los críticos con Sánchez y la forma de proceder de su esposa, quedan descalificados para la vida política democrática porque son fachas que asaltan al poder. El corolario de esa descalificación total es la inviabilidad democrática, porque dentro de esa lógica resulta que Sánchez gobierna sin alternativa de ese signo. Toda la legitimidad democrática se concentra en él y los que le siguen.

Descalificación total de los medios de comunicación que dan crédito, o explican, las pretendidas irregularidades de Begoña Gómez. Esta acción destruye los fundamentos de la libertad de prensa. Desencadena una presión brutal sobre un juez de instrucción. Esta persona ya ha sido juzgada y condenada por los poderes que dependen de Sánchez, empezando por su señalización por parte del poder del estado, que ya ha lanzado la fiscalía sobre él. Como también lo ha hecho con la gente a la que se pide que salga a la calle. Los medios de comunicación hacen lista de jueces malévolos y presentan todos estos asuntos como casos de law fare.

Consecuencias

  • Sánchez y las fuerzas gubernamentales han logrado transformar un asunto judicialmente menor en un gran escándalo que amenaza la credibilidad del país y destruye precisamente la imagen de Begoña Gómez, que ahora sí está en las portadas de todos los medios de comunicación, no ya de España sino de todo el mundo, vinculada a la palabra “corrupción”.
  • La carta de Sánchez ha desatado una tormenta internacional, que remueve las cancillerías europeas, y el tríptico es este:  Begoña-esposa del presidente del gobierno-corrupción.
  • Las limitaciones a la democracia y al Estado de derecho se acentúan, así como el enfrentamiento irreductible entre unos y otros. El juzgado cierra el procedimiento sin más, pero como la presión ha sido tan descomunal, todo el mundo cree que ha sido el resultado de la coacción. Más descrédito para las instituciones.

Falta de credibilidad y confianza

  • Si Sánchez hubiera reaccionado como un hombre de Estado responsable de su cargo y hubiera querido levantar la voz, en lugar de hacer una carta habría pedido la comparecencia en el Congreso y allí, pausada y concretamente, habría explicado su verdad. Y si de libelos se trata, amplia es la capacidad para denunciarlos. Nada de esto ha hecho.
  • Sánchez no ha presentado una moción de confianza tras el hecho insólito de paralizar el gobierno de España durante 5 días y someterlo a un descrédito de los titulares internacionales. ¿Por qué no se ha sometido al Congreso?
  • Llueve sobre mojado. Sánchez por sus actuaciones es el presidente del gobierno que inspira menos confianza. Lo que ahora ha hecho acentúa esta situación. ¿Qué credibilidad puede tener quien de un día para otro cambió la política de estado sobre el Sáhara, asumiendo plenamente las tesis marroquíes y nos enteramos por el propio gobierno de Marruecos? ¿O qué cambió su posición sobre la amnistía simplemente porque necesitaba los votos?

Corolario

¿Con qué seguridad, tranquilidad, credibilidad y confianza en las instituciones podemos vivir con Sánchez en el gobierno?

¿Cuál es nuestro deber cívico y como cristianos?

Si Sánchez hubiera reaccionado como un hombre de Estado responsable de su cargo y hubiera querido levantar la voz, en lugar de hacer una carta habría pedido la comparecencia en el Congreso Clic para tuitear

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