La sinrazón de la ideología de género y el lobby LGTBI llega a veces a situaciones esperpénticas. Es el caso de lo sucedido en Australia con un equipo de rugby.
El Manly Sea Eagles, equipo de Sydney que disputa la primera división de rugby en Australia, presentó una camiseta especial con los colores arco iris para adscribirse al relato sempiterno de apoyo al homosexualismo político para jugar su próximo partido de liga contra sus vecinos del Sydney Roosters.
Según informa La Vanguardia, la iniciativa se ha encontrado con la firme oposición de siete de sus jugadores, que se niegan a enfundársela, lo que ya ha provocado la respuesta de las máximas autoridades del país.
Los siete jugadores de rugby han informado al club que su negativa a la camiseta ideológica LGTBI se debe a razones personales y religiosas. Y, con ello, dejan en el aire su participación en el derbi contra los Sydney Roosters –conjunto con el que los Sea Eagles están empatados en la clasificación en lucha por una plaza de playoff–.
«No vestirán la camiseta porque entra en conflicto con sus creencias culturales y religiosas», ha expuesto su entrenador, Des Hasler, en rueda de prensa.
«La intención de la camiseta es apoyar la defensa y los derechos humanos relativos a los movimientos de género, raza, cultura, capacidad y LGBTI. Lamentablemente, la ejecución de lo que pretendía ser una iniciativa extremadamente importante ha sido deficiente», ha agregado el técnico en una comparecencia en la que ha pedido disculpas públicas por el revuelo y ha explicado que no se contrastó la iniciativa con la plantilla.
A pesar de ello, los Sea Eagles mantienen la iniciativa para el partido, que tendrá lugar este próximo jueves. El club ya ha comunicado que el resto de jugadores vestirán esta camiseta especial, que incluye unas líneas arco iris en el cuello y en el torso, alrededor de la publicidad.
La cuestión, según La Vanguardia, ha traspasado la esfera deportiva y ha llevado a pronunciarse al respecto a varios miembros del Gobierno australiano, como su primer ministro, Anthony Albanese, que ha sido crítico con la postura de los jugadores y ha urgido a que «el deporte sea más inclusivo, respetando a todos por lo que son». Sin embargo, ¿no es la iniciativa no inclusiva con los jugadores cristianos, por ejemplo?
2 Comentarios. Dejar nuevo
Nadie tiene obligación alguna de ponerse una camiseta ideológica. Y nadie tiene derecho a presionar por medio del chantaje moral para obligar a que se la ponga quien no quiere ponérsela.
¿Qué hubiese ocurrido si les hubiesen querido obligar a ponerse una camiseta con la Cruz cristiana? El gran escándalo. ¿O simplemente si uno de los jugadores hubiese querido libremente llevarla? Se lo hubiesen prohibido con el cuento del laicismo, etc, etc.
La cuestión es que la ideología LGBTI se ha convertido en fundamentalista y totalitaria. No solo persigue y penaliza cualquier crítica o disensión respecto a sus postulados, sino que hasta se siente legitimada para imponer en todos los ámbitos sus signos y símbolos.
Estos jugadores hacen muy bien en rebelarse, pero no tendrían que aducir «razones personales y religiosas» para ello, porque no hace falta. Simplemente, nadie puede obligarles a llevar estas camisetas. Y punto.
El primer ministro australiano ha tenido la desfachatez de ser crítico con la postura de los jugadores, con lo cual ha violado su derecho a la libertad de expresión, derecho que incluye la libertad a no expresar lo que no se quiere expresar. Y encima se ha quedado la mar de satisfecho de sí mismo urgiendo a que «el deporte sea más inclusivo, respetando a todos por lo que son». Se cree que con la palabra mágica «inclusión» todo mejora. Pero no es así. Las mujeres deportistas no deberían sufrir las consecuencias de que en sus competiciones se incluya a hombres que se creen que son mujeres.
Excelente comentario el de Diógenes. Y me permito agregar que Albanese tiene la OBLIGACIÓN de mantenerse neutro. Esa es la norma de un estado laico: no apoyar ni rechazar ninguna ideología. Pero arrodillarse a besar los pies de los totalitarios lgbt es motivo de orgullo para los funcionarios oficiales caguetas.