Hubiera querido hablar de las lágrimas del pilier Rory Best, capitán de la selección de Irlanda, frente a su himno nacional en el postrer mundial con su combinado y en posterior ocasión de nuestro equipo de rugby Sub-23 de la U.E.S Santboiana, de cuyo Staff formo parte; de su tránsito por esta inédita competición en el calendario competitivo del rugby español.
Pero arribaron a nuestros puertos cotidianos navíos cargados de muerte e incertidumbre, deteniendo los pasos, acallando las voces, arrasando las calles, las avenidas, con un silencio de funesta nieve.
Hubiera querido escribir sobre una parte de la vida que es el deporte cuando la vida empezó a escaparse a chorros…cuando el tiempo se detuvo y cayó a plomo sobre nuestro devenir cotidiano y cómodo.
Y quedamos presos de las consignas y del miedo, esclavos de un tiempo y de un vivir asintomático, oculto tras las cortinas del espanto.
¿Como escribir entonces del rugby si diariamente, protegidos en nuestro aislamiento, buscábamos con avidez en las cifras, en las estadísticas, el alivio al dolor de nuestra angustia?
¿Como escribir desde ese primer día en que descubrimos que no sólo Dios estaba con nosotros, sino que estábamos en sus manos, que nuestro destino frágil se manifestaba súbitamente mientras el luto habitaba nuestras alcobas?
Y sin embargo debía hablar de nuestros muchachos del sub-23, de esas mismas cifras. de esas frías estadísticas, de los helados cómputos que hicieron a nuestro equipo Sub-23 de la Santboiana, campeones de la primera liga estatal de rugby Sub-23 por una resolución de la Federación Española de Rugby por la cual se suspendían todas las actividades deportivas y se estudiaban las posibilidades futuras de las competiciones en función de la seguridad que nos podían ofrecer los acontecimientos.
Hubiera querido decir que la vida siguió su normal curso y que, acabada la competición, éramos los justos campeones. No fue así. No obstante, se nos ha designado campeones de esta novísima competición a cinco jornadas del final de esta. Entiendo que el computo de cifras así lo demuestra, y que la F.E.R. ha tomado la mejor decisión que le era posible en esas circunstancias.
Pero he de confesar que el sentimiento de pérdida de estos meses de zozobra diaria por quienes morían en soledad, como tendidos sobre las calles ausentes, sin miradas transeúntes; las emociones de estos meses de un silencio funesto solo perturbado por los gritos sordos de las ambulancias en su tránsito continuo, no me ha permitido disfrutar de este título de campeón.
Ello no es óbice para pensar que no somos merecedores de ese título.
Quienes han seguido esta competición durante el tiempo en que se ha podido desarrollar saben que hemos sido el mejor equipo, el que mejor ha jugado a rugby. Y las cifras así lo demuestran: solo un partido empatado y otro perdido…Y sin embargo alguien pudiera decir: ¿qué hubiera pasado si se hubiera jugado la partida hasta la última baza?
Que en una situación excepcional se declaren ganadores y perdedores no sería del todo justo y en esta situación hemos perdido todos. Asumir esa pérdida o beneficio creo que no está en la esencia del rugby.
Hemos sido los mejores entre grandes equipos, nadie lo puede negar, hemos sido los primeros, eso es obvio, pero ser campeón significa que todas las posibilidades se han agotado como prescribe el reglamento.
Como homenaje a quienes han perdido la vida en soledad, a los ancianos, a todas las víctimas de esta tragedia, a quienes han luchado para que la humanidad sobreviviera a su infausta circunstancia, hubiera deseado la ausencia de un campeón; que en los anales constara que la U.E Santboiana Sub-23 fue el primer clasificado, el mejor equipo sobre el campo.
Hubiese bastado.
Ser campeón no habría aliviado nuestra tristeza, hacer constar la clasificación truncada definitivamente por el destino mantendría el legítimo orgullo por nuestros jugadores, por nuestro Staff, por nuestro Club, por todos aquellos que han logrado la maravilla de ese juego rotundo, fluido y sin fisuras que han demostrado nuestros muchachos sobre el campo
Mi deseo hubiera sido que nuestro equipo, que nuestros muchachos, hubieran sido declarados sencillamente como los primeros clasificados de una competición que hubo de detenerse por el encontronazo brutal contra una realidad que nos superó.
Hubiera querido que el premio de campeón hubiera quedado desierto como esas calles sin vida.
A pesar de todo, no obstante a todo ello ¡honor para nuestros muchachos y todo el equipo de la U.E.Santboiana Sub23 ;honor para nuestro club y quienes diariamente, en nuestro hogar del Baldiri Aleu, contribuyen a ensalzar los valores de este hermoso deporte.
¡Honor por ser los primeros, por su talento, por su desmedido trabajo, honor a quienes han sido los mejores!
Pero la gloria, la Gloria con mayúsculas queda reservada a aquellos que ya no están con nosotros… ¡A ellos dedicamos nuestro humilde y honroso título de primer clasificado!
Que en una situación excepcional se declaren ganadores y perdedores no sería del todo justo y en esta situación hemos perdido todos. Asumir esa pérdida o beneficio creo que no está en la esencia del rugby. Share on X