Los sindicatos franceses se echaron a la calle ayer jueves 19 de enero, convocando más de 200 manifestaciones por todo el país por la reforma de las pensiones en Francia. Se calcula que más de un millón de personas secundaron la huelga. Tras la conclusión de esta primera jornada, los sindicatos anunciaron una nueva convocatoria de movilizaciones para el 31 de enero.
En Francia, la reforma de las pensiones se percibe, tanto desde el gobierno como la oposición, como «la madre de todas las batallas», tal y como el rotativo Le Figaro la describía recientemente.
Macron ya intentó en su primer mandato una reforma sustancial del actual sistema de pensiones, basado en el modelo de repartición como el español. Esto significa que las generaciones en edad de trabajar pagan la jubilación de quienes previamente habían cotizado, y así sucesivamente.
la medida clave de retrasar la edad común para jubilarse de los 62 a los 64 años
En su segundo intento, el presidente Macron ha dejado de lado su ambición inicial y propone únicamente una serie de ajustes en los parámetros del sistema. Entre ellos, la medida clave de retrasar la edad común para jubilarse de los 62 a los 64 años.
En su discurso de Año Nuevo, el mandatario francés declaró:
“tal y como les prometí, este año será el año de reformar el sistema de pensiones para equilibrarlo para los próximos años y décadas. Debemos trabajar más”.
Las críticas llueven sobre Macron desde dos extremos opuestos: por la izquierda (pero también la derecha alternativa de Le Pen), la voluntad es mantener, o incluso rebajar la edad de jubilación, en el caso de la extrema izquierda de Jean- Luc Mélenchon.
Por otra parte, hay voces que argumentan que el problema con el sistema francés actual no reside en sus parámetros, sino en el propio modelo. En efecto, éste asume -como en el caso español- que siempre habrá una base de trabajadores más importante y mejor remunerada que la precedente para pagar unas pensiones que no paran de crecer en duración (por la esperanza de vida creciente, al menos hasta recientemente) y en prestaciones (por los sueldos más elevados de los nuevos jubilados).
Desprovisto de la legitimidad de las urnas y de la energía necesarias para realizar una reforma de la profundidad necesaria (por ejemplo para pasar del modelo de reparto a uno de capitalización, donde cada trabajador prepara su propia jubilación en vez de pagar la de los ya jubilados), Macron intenta al menos dar un nuevo impulso a su mandato y presentarse ante Bruselas como un socio fiable comprometido con los objetivos de reducción de la deuda pública.
Macron depende de los mayores de 65 años para mantenerse en el poder
Según las últimas encuestas, más de dos terceras partes de los franceses se declaran contra la nueva reforma de Macron. La única categoría de población mayoritariamente favorable es la de los actuales jubilados, que saldrían indemnes si la reforma llegara a aplicarse. Pero también hay que considerar que, según apuntan todos los estudios electorales, Macron depende de los mayores de 65 años para mantenerse en el poder.
En su segundo intento, el presidente Macron ha dejado de lado su ambición inicial y propone únicamente una serie de ajustes en los parámetros del sistema Share on X
2 Comentarios. Dejar nuevo
Los jóvenes no trabajan para pagar las jubilaciones de los pensionados. Decir lo contrario es falso.
El hoy pensionado hizo ayer su aporte para su actual pensión durante 30 años en promedio.
Ese dinero se iba acumulando. El aportante jamás lo manejó. Lo manejaron otros. Si lo manejaron mal, no es culpa del aportante. Sino de los ineptos o corruptos que lo manejaron mal.
El dinero invertido responsablemente a una tasa del 6% anual alcanza perfectamente para pagar la pensión mensual durante 30 años.
Hagan el cálculo. Tengan en cuenta los incrementos periódicos del aporte antes de la jubilación. Y tengan en cuenta que, luego de la jubilación, después de cada mesada pagada queda un saldo, que sigue ganando rendimientos.
El aporte no es un impuesto para el aportante, por eso no pertenece al Estado.
El aporte es un ahorro que hace el aportante, por eso pertenece al aportante.
Así que no, la pensión no es un donativo del Estado al pensionado, es una deuda del Estado con ese pensionado, quien tiene todo el derecho de que le devuelvan su dinero (aportes + rendimientos) por lo menos en porciones mensuales.
La edad de jubilación no es de júbilo, como dice la etimología de la palabra. Es una edad de pesadumbres y humillaciones recibidas de un Estado que cree erróneamente que el dinero es suyo, que cree erróneamente que le está prestando un generoso auxilio al pensionado.
La pensión no es un gasto del Estado; es un pasivo del Estado. Que quede claro.
Es muy cierto lo que dice Nadin. Y además de eso, en todo caso debe siempre tenerse en cuenta el «coste social» de cualquier mdida de este tipo. La determinación de la edad de jubilación depende no menos del tipo de trabajo, de las circunstancias personales, familiares y de salud del afectado que de consideraciones «macroeconómicas». Hoy en día nos encontramos con cada vez más jubilados que aportaron durante décadas y que reciben pensiones miserables. Mientras que otros no pudieron aportar suficiente porque simplemente fueron mucho tiempo víctimas del desempleo o trabajaron como autónomos obteniendo ingresos muy bajos. El modelo de capitalización y de responsabilidad individual en el planeamiento de la jubilación es un modo de, simplemente, abolir las pensiones de jubilación como las conocemos desde hace más o menos un siglo y volver al arrégleselas cada uno como pueda anterior. No es precisamente la forma más cristiana de honrar a los ancianos.