Las terapias de conversión sexual, especialmente aquellas relacionadas con la atracción hacia el mismo sexo, han suscitado intensos debates en los medios de comunicación y la sociedad en general. Pues el término mismo, «conversión», puede generar confusión y malentendidos.
En este contexto, el Dr. José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), aporta una reflexión fundamentada desde su experiencia profesional y basada en los principios de la ética médica.
Ofrecer un camino de vida
Desde hace años, la FIAMC ha abordado diversos trastornos afectivo-sexuales mediante un enfoque profesional y discreto. Esto incluye casos relacionados con la atracción hacia el mismo sexo, pero también otros comportamientos como la poligamia y las adicciones sexuales o afectivas.
Este trabajo, que en ocasiones se acompaña de la orientación espiritual, busca ayudar a quienes se sienten en conflicto con sus impulsos o su estilo de vida, respetando siempre la dignidad de la persona y la complejidad de su experiencia.
Los profesionales de la salud mental, como psiquiatras y psicólogos, tienen la responsabilidad de atender a personas que experimentan disonancia entre sus deseos y sus valores (egodistonía).
En muchos casos, estos individuos se encuentran atrapados en patrones de vida que generan un profundo vacío existencial, con frecuencia acompañado de comportamientos promíscuos, abuso de sustancias o crisis afectivas.
Frente a esta realidad, la intervención médica y espiritual busca no solo aliviar el sufrimiento inmediato, sino también ofrecer un camino hacia una vida más equilibrada y significativa.
Principios éticos fundamentales
Un principio esencial en cualquier intervención médica es el de «primum non nocere» (primero, no hacer daño). Este principio guía las terapias de conversión sexual que, según el Dr. Simón Castellví, deben cumplir con los siguientes criterios:
- Consentimiento Libre e Informado: Las terapias solo deben ofrecerse a personas que las soliciten voluntariamente y sin coacción.
- Evidencia Científica: Los métodos empleados deben estar fundamentados en la ciencia actual y ser eficaces para los objetivos planteados.
- Cuidado Integral: Es esencial proteger las dimensiones biopsicosociales, familiares y espirituales del individuo, evitando cualquier tipo de daño psicológico o físico.
Además, para algunas personas, la dimensión espiritual juega un papel crucial en su proceso de transformación. Un encuentro profundo con la figura de Jesús puede ofrecer un punto de apoyo trascendental para superar y sanar sus conflictos internos. Este acompañamiento espiritual, lejos de ser una imposición, se presenta como un recurso adicional para quienes buscan reconciliar sus sentimientos y valores.
El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2357-2359) enseña que las personas con atracción hacia el mismo sexo deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza, evitando cualquier signo de discriminación. Sin embargo, también reconoce que los actos homosexuales no son conformes al designio divino para la sexualidad humana. En este marco, se anima a quienes experimentan esta atracción a vivir la virtud de la castidad, contando con el apoyo de la comunidad eclesial y, si es necesario, de profesionales de la salud.
El debate cultural
Un aspecto crítico señalado por el Dr. José María Simón es la falta de libertad para discutir abiertamente sobre la atracción hacia el mismo sexo en muchas sociedades occidentales.
Cualquier argumento que se desvíe del pensamiento dominante corre el riesgo de ser censurado, y quienes los expresan, de ser estigmatizados.
Esta dinámica dificulta el diálogo abierto y limita la posibilidad de explorar alternativas que puedan ser útiles para quienes buscan asistencia.
La FIAMC, en su documento sobre la atracción por el mismo sexo, sostiene que esta tiene tanto bases genéticas como ambientales.
La interacción entre estos factores influye en la orientación de la persona, pero sentir no equivale a consentir.
Así, si alguien siente atracción por el mismo sexo pero decide evitar relaciones sexuales contrarias a sus valores o creencias, esa decisión debe ser respetada y, en ciertos contextos, incluso valorada.
No se trata de imponer cambios a quienes no los desean, sino de acompañar con amor y caridad a quienes libremente buscan ayuda para vivir en coherencia.
Las terapias que buscan ayudar a estas personas se basan en el principio de libertad.
Esto significa que nadie debe ser obligado a participar en una terapia de conversión, pero tampoco se debe negar a alguien el derecho de buscarla si lo hace de manera voluntaria y consciente.
La libertad para buscar ayuda espiritual, psicológica o médica es parte del respeto a la autonomía y la dignidad personal.