El reciente anuncio del nacimiento de un bebé en Lima, Perú, utilizando la innovadora técnica de fertilización asistida Fertilo es un ejemplo fatal de la biotecnología aplicada a la reproducción humana.
Este método, desarrollado por la empresa Gameto, emplea células de soporte ovárico (OSC) derivadas de células madre pluripotentes inducidas (iPSC) para madurar óvulos fuera del cuerpo.
Este avance promete superar las limitaciones de la fertilización in vitro (FIV) convencional, reduciendo los riesgos físicos y emocionales asociados con la estimulación hormonal intensiva.
Sin embargo, surgen interrogantes esenciales sobre las implicaciones éticas del procedimiento y sobre su impacto en nuestra comprensión de la dignidad humana, la naturaleza del acto procreador y la relación entre ciencia y moral.
Principio invulnerable de dignidad
La vida humana no es meramente un fenómeno biológico, sino una realidad espiritual y moral dotada de una dignidad intrínseca desde el momento de la concepción. Este principio se fundamenta en la enseñanza bíblica de que el ser humano es creado «a imagen y semejanza de Dios» (Génesis 1:27). La transmisión de la vida humana, por tanto, no puede reducirse a un proceso técnico, sino que debe integrarse en el acto conyugal, que es expresión del amor total, exclusivo y abierto a la vida entre los esposos.
El desarrollo de tecnologías como Fertilo, aunque presentado como un progreso que podría aliviar el sufrimiento de muchas parejas, plantea una tensión con esta visión teológica.
Si bien no utiliza células madre embrionarias, evitando la objeción ética más grave vinculada al sacrificio de embriones humanos, Fertilo sigue implicando una manipulación artificial que altera los procesos naturales de procreación y divorcia la concepción del contexto integral del matrimonio.
Cuestiones éticas de la tecnología Fertilo
El análisis ético del método Fertilo requiere un examen cuidadoso desde múltiples perspectivas:
- Separación entre la procreación y el acto conyugal
La procreación debe surgir del acto conyugal, que integra de manera inseparable sus dimensiones unitiva y procreativa. Fertilo, al igual que la FIV, rompe esta unidad al trasladar la concepción a un laboratorio, fragmentando el significado del acto conyugal como cooperación directa con el poder creador de Dios. - Reducción del embrión a un objeto de manipulación técnica
Aunque Fertilo parece ser menos invasivo que la FIV tradicional, sigue implicando la intervención en las primeras etapas de la vida humana. Cada embrión debe ser tratado como un fin en sí mismo, no como un medio para satisfacer deseos parentales o alcanzar logros científicos. - Impacto en la antropología cristiana
La manipulación de óvulos y embriones en un laboratorio podría llevar a una visión instrumentalizada de la vida humana, en la que el niño es percibido como un «producto técnico» en lugar de un don divino. Este enfoque utilitarista es una amenaza pues denigra el valor trascendental del ser humano y la sacralidad de la vida. - Posible impacto sobre la ética científica
El desarrollo de tecnologías avanzadas como Fertilo plantea preguntas sobre los límites éticos de la investigación científica. Aunque la búsqueda de soluciones a los problemas de infertilidad es legítima, no todas las innovaciones son moralmente admisibles. La ciencia, al servicio del ser humano, debe respetar principios fundamentales que trascienden la mera eficacia técnica.
La Iglesia Católica no se opone al progreso científico ni a los esfuerzos para aliviar el sufrimiento humano. De hecho, alienta la investigación en el ámbito de la medicina reproductiva siempre que se respeten los principios éticos y la dignidad de la persona humana.
Tecnologías como el monitoreo de la fertilidad y el desarrollo de métodos naturales de regulación de la fertilidad, que colaboran con los ritmos biológicos del cuerpo, ofrecen alternativas respetuosas y éticamente aceptables para las parejas que tienen dificultades para concebir.
El desafío ético para la ciencia contemporánea radica en equilibrar la búsqueda de soluciones tecnológicas con el respeto a la ley moral natural y a los valores intrínsecos de la vida humana.
Una ciencia que no reconozca sus propios límites corre el riesgo de convertirse en un instrumento de dominación, en lugar de ser una herramienta al servicio del bien común.
Una visión integral de la procreación
Es esencial recordar que la dignidad de la persona no depende de su capacidad de procrear. Los matrimonios llamados a vivir sin hijos biológicos tienen una misión única dentro de la comunidad cristiana, testimoniando el valor del amor incondicional y la fecundidad espiritual.
El avance representado por Fertilo nos invita a reflexionar sobre el lugar de la tecnología en la vida humana. Como católicos, estamos llamados a discernir cuidadosamente cómo utilizamos estos desarrollos.
En última instancia, debemos confiar en la providencia divina, que guía cada vida humana hacia su plenitud en el amor de Dios.