Irlanda en el reciente referéndum ha dicho «no» al ataque a la dignidad de la familia y a la de las mujeres. Sin embargo, el eco de la voz popular ha adoptado un enfoque uniforme al afirmar que Irlanda ha rechazado la eliminación del sexismo en su Constitución. Aunque esta afirmación no refleja la realidad ni la complejidad de las motivaciones detrás de la votación.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ha reconocido que «está claro en este momento» que las dos propuestas del referéndum han sido derrotadas de forma integral».
La verdad es clara para aquellos que están dispuestos a ver más allá de la superficie: la gente no está defendiendo el sexismo, sino reafirmando un principio fundamental sobre la familia y la libertad de elección.
El Artículo 41.2 de la Constitución Irlandesa subraya los roles de las mujeres en el hogar y la obligación del estado de socorrer a las madres en sus responsabilidades de cuidado.
La Constitución irlandesa establece que «el Estado reconoce que con su vida en el hogar, la mujer brinda al Estado un apoyo sin el cual no puede realizarse el bien común», y que «El Estado… se esforzará por garantizar que las madres no se vean obligadas por necesidad económica a realizar trabajos que descuiden sus deberes en el hogar».
¿Acaso eso es sexista?
En la Constitución está claro que las mujeres no deben ser forzadas por razones económicas a trabajar fuera del hogar si eso entra en conflicto con sus deberes domésticos. ¿Acaso eso es sexista? ¿o, por el contrario, se trata de una defensa de la dignidad de la familia y la libertad de elección de las mujeres?
Aquellas personas que gritan «sexismo» parecen tener problemas de comprensión del texto constitucional. ¿No es acaso un avance que una mujer pueda elegir libremente trabajar o quedarse en casa para cuidar de su familia sin ser empujada por necesidades económicas? El Estado, bajo este principio, se convierte en el garante de la estabilidad familiar, proporcionando apoyo en lugar de obligar a las mujeres a trabajar fuera del hogar para mantenerse a flote económicamente.
Este sistema es algo más que razonable, favorece a la mujer y a la familia. Permite que el trabajo sea una vocación, una elección personal, en lugar de una respuesta a una necesidad desesperada. ¿Dónde está el sexismo en eso?
Verdadera igualdad de género
La verdadera igualdad de género no reside en empujar a las mujeres a roles que no desean, sino en permitirles la libertad de elegir el camino que mejor se ajuste a sus aspiraciones y valores familiares. La decisión del pueblo irlandés en el referéndum no es una regresión hacia el pasado, sino un paso adelante hacia una sociedad que valora y respeta las opciones individuales y los fundamentos de la familia tradicional.
Por lo tanto, en lugar de acusar de sexismo a quienes defienden estos principios, se debería de celebrar su compromiso con la libertad y la dignidad de las mujeres y las familias. Es hora de reconocer que el verdadero progreso no radica en la uniformidad de pensamiento, sino en el respeto a la diversidad de elecciones y valores que hacen florecer a nuestra sociedad.
Irlanda permite que el trabajo sea una vocación, una elección personal, en lugar de una respuesta a una necesidad desesperada. ¿Dónde está el sexismo en eso? Share on X