(Tempi/Leone Grotti) El último informe del gobierno holandés es inquietante: 88 muertos por depresión, 235 por vejez, 4 por Covid, 168 por demencia y 2 sin petición explícita. Un niño también está entre los eutanasiados.
En 2020, 6.938 personas murieron por eutanasia en Holanda, la cifra más alta de la historia. Esto supone un aumento del 382% de los casos respecto a los 1.815 de 2003 y del 9% respecto a los 6.361 de 2019. En la actualidad, una de cada 25 muertes se debe a la eutanasia, lo que supone el 4,12% de todas las muertes. La cifra se elevaría al 4,52% si no se tuvieran en cuenta las 15.000 muertes debidas a Covid-19. Si además consideramos sólo el grupo de edad entre 60 y 80 años, la cifra se eleva al 6,2%. Como cada año, el informe anual publicado por el gobierno holandés está plagado de datos inquietantes.
Eutanasia motivada por Covid-19
En primer lugar, como también informa Dutch News, cuatro personas optaron por la eutanasia tras dar positivo en el test de Covid-19. «Habían contraído una neumonía y no querían ir a cuidados intensivos», explica a Trouw el presidente del comité regional de revisión de la eutanasia, Jeroen Recourt.
Tras la sentencia del Tribunal Supremo que autorizó la sedación subrepticia de personas con demencia, para evitar su oposición a la inyección letal elegida en el pasado con el testamento vital pero no confirmada por el actual, dos personas fueron asesinadas de esta forma en 2020.
Desesperado, viejo, demente, joven.
La desesperación sigue considerándose una razón válida para obtener la muerte. El año pasado se practicó la eutanasia a 88 personas por motivos relacionados con la depresión, entre ellas una con discapacidad intelectual. Asimismo, 235 personas murieron por «acumulación de problemas relacionados con la vejez». También fue asesinado un niño de entre 12 y 16 años, lo que eleva a 16 el número total de menores eutanasiados desde 2002.
Para Holanda todo es «normal».
A las 4.480 personas han solicitado la eutanasia por cáncer, hay que sumar a 168 individuos con demencia muertos, dos con demencia avanzada, 88 como se ha dicho por problemas psiquiátricos y 458 por problemas relacionados con el sistema nervioso. Por último, de los 216 casos de suicidio asistido, 17 no tuvieron éxito, es decir, el paciente no murió y el médico tuvo que aplicar una inyección letal.
Según Jeroen Recourt, ex miembro del parlamento y en la actualidad juez, estas cifras no son sorprendentes porque «muestran cómo cada vez más personas ven la eutanasia como una solución normal para acabar con una situación de sufrimiento insoportable».