La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada sirve a la Iglesia católica en su labor evangelizadora, prioritariamente en las comunidades más necesitadas, discriminadas o perseguidas.
Cuando se cumplen 8 años desde el inicio de la guerra en Siria (15 de marzo de 2011) y parece que el fin del conflicto empieza a verse cerca, ha llegado el momento de comenzar a reparar y reconstruir las casas bombardeadas de los cristianos que desean regresar a sus ciudades y pueblos ya liberados.
En la ciudad de Homs ha comenzado ya la reconstrucción, en concreto de 97 viviendas. Su arzobispo greco-católico, Mons. Jean-Abdo Arbach, dirige a un equipo de sacerdotes y voluntarios dedicados de lleno a este proyecto financiado por Ayuda a la Iglesia Necesitada. La Fundación Pontificia cuenta con gente en el terreno para supervisar el proceso en todo momento.
Este proyecto de reconstrucción supone 300.000 euros y se concreta en la instalación de ventanas y puertas, electricidad y en la reforma de al menos dos habitaciones por familia.
Algunas familias han vuelto ya a sus casas terriblemente dañadas, ante la falta de alternativas, y viven en condiciones extremas. Este proyecto de reconstrucción supone una ayuda imprescindible para todas las familias que, habiendo vuelto o deseando volver y habiendo perdido todo por la guerra, no cuentan con los medios económicos para reiniciar una nueva vida. Generará, además, oportunidades de empleo para la población local. Es además una manera de fortalecer la presencia debilitada de los cristianos en este país que es cuna del Cristianismo.
El matrimonio formado por Fausi y Sonia, con su hija Razana y la abuela de ésta, es una de las primeras familias que ya han podido instalarse en su casa reformada. Esperan que pronto también puedan ocupar sus viviendas, en el mismo edificio, los dos hermanos de Fausi. “Los que ya hemos vuelto, animamos a otros a regresar, también”, dice el cabeza de familia. Eran cinco hermanos, pero los otros dos han fallecido a causa de la guerra. “En 2012 dispararon a mi marido en el hombro… fue el detonante que nos obligó a huir”, comenta Sonia. “Gracias, Ayuda a la Iglesia Necesitada, porque a mis 94, he podido volver a mi casa, donde llevaba viviendo más de 70 años. Siento una gran alegría”, añade la abuela.
Por su parte, Razana, estudiante de Farmacia, comenta: “Yo no me quiero ir de Siria, me gusta mi país pero me produce mucho dolor ver todo tan destrozado. En mi clase, en la universidad, somos 200 chicas y solo 12 chicos. Muchos se han ido, han muerto en la guerra o están alistados obligatoriamente en el ejército”.