Este país mío es la pera. Es el reino de sálvese quien pueda. Si ya de algunos de tus allegados puedes esperarlo todo, ¿qué no esperarás del caco? Piénsalo bien, hermano, mi hermana del alma. ¿No te da pena que nos enfrentemos entre nosotros por cuatro días o cuatro papeles?
Me ha entrado el caco en casa en pleno día, mientras yo estaba fuera, y nadie se ha enterado. No sé qué quería el caco… o si es que quería algo más que pasar el rato y distraerse unos instantes como quien se tira unos segundos haciendo puenting para sentirse el rey del mambo. Con la diferencia de que el del puenting arriesga su vida, mientras que el caco solo peligra cuando saca la navaja para perpetrar su obra y puede rasguñarse. En mi país los reyes del mambo son los cacos.
No sé. Estoy perdido entre la espesura del humo que asciende de lo que hacen en nuestros parlamentos, que de hecho es lo que sucede en las familias, pues los miembros de los parlamentos surgen de nuestras familias, o lo que queda de ellas. Quizás sería más exacto llamarlas manadas. Por ello tenemos las leyes que tenemos, contra las que a veces ni la policía osa levantar un dedo. Te lo confieso, porque al llamar a la policía municipal, el agente (un poco pasota) me ha pintado un panorama de papeleo y postergación en el tiempo por el que yo no estoy dispuesto a pasar, dadas las ocupaciones que tengo, y he dejado de levantar denuncia. Me ha insinuado que si ni me habían agredido ni robado nada, ya podía quedarme contento. Y así me he quedado, con las manos en los bolsillos.
Quizás el policía ese tiene razón, a pesar de que la policía nacional de Cataluña (con un buen trato digno del mejor caballero y del mejor servidor público) me ha ayudado a situarme estos días, y está esperando que les haga la denuncia para poder ayudarme. No sé qué hacer. ¿De qué servirá? Siguiendo el rastro del humo, pienso que el caco solo buscaba dinero (y se ha quedado con las ganas), pero no descarto que se haya hecho con algunos datos personales míos especialmente sensibles y hasta críticos, que ya tiene en su poder. Otros me los han robado en mi vida de manera más ruin. ¡Solo Dios lo sabe! (…y el tiempo lo dirá). Y precisamente Él (el Justo, que es el Todopoderoso), le pasará cuentas al caco. Y te las pasará a ti si no te conviertes de corazón y sigues esperando que tu hermano caiga. Fíjate que te digo “de corazón”, y no “por ver qué le puedes sacar” a tu hermano… ¡y al mismo Dios! Él te conoce por dentro, y sabe que no eres lo que quieres parecer. Porque me consta que también tú intentas hacerte de tu hermano con lo inconfesable. Y tu hermano lo sabe. Lo que me sorprende es que hayas comprado a tus congéneres para tu guerrilla particular, que sabes que es tan subjetiva como tu calentura por vivir de espaldas a la Verdad.
Por vivir que no quede
Aún tendré que darle las gracias al caco de que no me haya dejado la casa perdida y patas arriba, pues, lejos de robar ordenadores, se me ha llevado una tarjeta SIM a ver si conseguía entrar en mi vida, y se ha limitado a romper cerraduras sin destrozar demasiado los muebles, ya que ni me ha tirado libros y papeles por el suelo; por no incordiar, ni me ha desordenado mis notas de los últimos días, ni tan solo me ha dejado el ambiente con olores de caco. Con esos aires de caco de guante blanco, espero que tampoco me haya contagiado ni la gripe, ni el coronavirus, ni el norovirus, ni el metapneumovirus… ni por ser los muy lindos de última generación.
Ciertamente, el caco ha sido muy, pero que muy reverente. Casi que le dedicaría un autógrafo con la mejor de mis sonrisas. Sin duda, no era un intelectual, y las contraseñas lo han frenado a bloquearme la vida, a pesar de todo el tiempo que he perdido para no parar mi vida… y lo que aún me falta por restituir. Pero pensemos lo que estamos viviendo: no es para reír, pues ciertamente, los del espíritu son los peores virus. Y aquel policía municipal, a calentarse; ya lo sabemos: hecha la ley, hecha la trampa. ¿Quién da más?
Bien pensado, debe de sucederme lo que un tuitero subió un día a X. Rezaba algo así como: “Primero fueron a por los negros, y a nadie le importó. Luego fueron a por los judíos, y nadie se inmutó (…) Ahora vienen a por ti, pero ya no le importas a nadie”. ¿Te sonríes o te sonrojas? ¿No ves que nos acecha el toro por todos lados? ¿No te das cuenta de que si dejamos de lado la Verdad, el Amor, el Bien y la Bondad (es decir, a Dios), el mundo se vive al revés… y te come lo que viene después?
Piensa, piensa, pero no tardes demasiado en actuar, porque se te hace tarde. “¿Y qué puedo hacer yo, pobre de mí?”, me dices. ¿No te das cuenta de que te contentas con vivir una vida centrada en ti, limitándote a calentar tus manitas en la chimenea? Pero sabes perfectamente que deberías no haber abandonado tu trinchera, que es la mano que deberías haber tendido en defensa de tu hermano, y que él aún espera que se la tiendas, pues es quien Dios ha puesto a tu lado para que te santifiques. Y tienes a tu alrededor muchos hermanos que en tu día a día esperan de ti lo que solo tú puedes hacer por ellos. Eso es lo que (por amor y no por interés ni por revancha) está en tu mano hacer. ¡Pues hazlo!
Twitter: @jordimariada
Pienso que el caco solo buscaba dinero (y se ha quedado con las ganas), pero no descarto que se haya hecho con algunos datos personales míos especialmente sensibles y hasta críticos Share on X