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¿Qué nos dice el resultado del 23J a los cristianos?

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¿Qué nos dice el resultado del 23J a los Cristianos? Esta es una interpelación necesaria, personal, colectiva e institucional, es decir, también como Iglesia, porque si no nos formulamos este tipo de preguntas nunca encontraremos respuesta a si lo que estamos haciendo  contribuye a favorecer la extensión del Reino de Dios.

Algunos, con el mejor de los propósitos, lo resuelven por la vía de proclamar la descalificación total del sistema y remitirse a Cristo Rey. Bajo esta consideración, que además se quiere fidelísima a la Iglesia, toda la doctrina social de la Iglesia, todo lo dicho por los papas en este plano desde León XIII resultaría de una gran inutilidad; sería innecesario, porque su campo de aplicación fundamental es el actual orden de cosas, no para sacralizarlo, sino para transformarlo, y además desde la gradualidad.

Lo dice Juan Pablo II: «la política es una forma eminente de caridad» (Deus Caritas Est, n. 28). O Benedicto XVI: «El compromiso político es una de las más altas expresiones de la caridad, porque busca el bien común» (Encuentro con los voluntarios de la XX Jornada Mundial de la Juventud, 2005). Y lo que remata Francisco: «La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad» (Encuentro con los obispos de Filipinas, 2015). Todo esto sería absurdo bajo el criterio de la descalificación total del sistema.

Creemos que es necesario bajar más a lo concreto. A nuestras circunstancias políticas como sociedad.

Siendo así, lo primero que hay que decir es que el resultado electoral final, y antes que ello, el planteamiento de los partidos, y la agenda pública, muestra lo que sucede cuando los cristianos, a pesar de ser una parte muy grande de esta sociedad, están ausentes de la vida pública política, y cuando la propia Iglesia en España, en una actitud que poco tiene que ver con el sentido de la virtud de la prudencia y bastante con la renuncia, no orienta, forma, prepara a sus fieles para su acción colectiva sirviendo al Magisterio en su doctrina social.

Esto significa que está ausente una parte muy importante de la sociedad española, la de los laicos católicos que en teoría deberían servir a la caridad y amistad política, a la verdad, la libertad y la justicia, al bien común, al destino universal de los bienes, a la solidaridad, a la opción preferencial por los pobres, a la participación y a la aplicación del principio de subsidiariedad, para que enmarcasen las políticas públicas y la acción de gobierno.

Esta parte de la sociedad que da sentido a sus vidas promoviendo la aplicación de aquellos principios, no está donde debería estar. En la presencia colectiva y operante para conseguirlo. Ni tan siquiera está debatiendo cómo hacerlo. Sencillamente anda desaparecida, o engañándose con sucedáneos.

El resultado está a la vista:

Leyes maléficas no son castigadas por gran parte de la opinión común; incluso son halagadas por una mayoría. La alternativa ignora  todas estas cuestiones y se escuda en que no está en no se sabe qué “guerra cultural”, cuando de lo que se trata es de definir una alternativa o servir a la que dice se combate.

Porque derogar el Sanchismo es mucho más que no pactar con Bildu.

Mientras, quienes defienden algunas cuestiones decisivas relacionadas con la vida y la familia, actúan y defienden otras cuestiones muy distintas y alejadas del marco de referencia de la doctrina social cristiana, cuando no opuesta ella, consiguiendo  configurar un complejo político que  sirve a una ideología, pero no a la alternativa cristiana, al mezclar churras con merinas, y facilitar de esta manera el menosprecio de lo bueno por parte del adversario. Todo esto, unido a determinadas actitudes y personajes, lo único que consigue es estimular, al contrario, sin atraer, precisamente por la naturaleza de lo que propone y el estilo que utiliza, a la muchedumbre cristiana.

Y sí, lo que hay es también el gran vacío de la alternativa cultural cristiana, que está ausente en la agenda pública, y de una evangelización que también reclame el compromiso con la transformación de la sociedad.

Y no será por falta de medios, de comunicación, asociaciones, centros culturales, universidades, profesores, textos y publicaciones.

Porque derogar el Sanchismo es mucho más que no pactar con Bildu Share on X

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Dado el carácter de su fundador, Xto, sus más de 20 siglos de desarrollo doctrinal y los ejemplos de tantos santos deberían servir para dar a los cristianos actuales criterios firmes para actuar en política. Pero buena parte de los enemigos de su fe están entre sus filas. Han sido sutilmente ganados por ideologías humanistas que parecen sustentar valores cristianos y que son más activas. Hay que empezar por considerar esta, creo, realidad.

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