Situémonos en una mentalidad firmemente convencida de la bondad del aborto y de los argumentos que lo apoyan. Hagamos este esfuerzo que nos servirá para observar cómo para muchos de los defensores de esta práctica lo primero es el aborto y lo secundario es la mujer.
Los dos criterios fundamentales que guían a los abortistas son el derecho a decidir por parte de la mujer, y su salud sexual y reproductiva. Abandonemos toda tentación de refutar ambas cuestiones y, por el contrario, sumerjámonos en ellas.
Decidir racionalmente significa disponer de la información necesaria, o al menos al alcance, sobre aquella cuestión. En todo acto médico, y el aborto lo es, debemos firmar un consentimiento que fundamenta que disponemos de la información necesaria sobre lo que vamos a hacer y sobre las consecuencias eventuales. Cualquier producto de farmacia, incluso los que se expenden sin receta, tienen la obligación de incorporar información sobre sus posibles consecuencias e interacciones. Nada de eso sucede con el aborto, tanto es así que ha tenido que ser una reciente y dura sentencia del Tribunal Supremo, confirmando otra anterior de la Audiencia Provincial de Oviedo, condenando la ACAI, la patronal de las clínicas aborto, porque en su web se decía que “ la interrupción del embarazo es una operación que no deja secuelas”. Lo cual es una falsedad evidente.
Ahora, el Supremo señala que “haber omitido los riesgos de entidad considerable que una operación de aborto puede entrañar para la salud física y psíquica de la madre”, debe considerarse como «publicidad engañosa”, les prohíbe la reiteración de todo este tipo de expresiones y les obliga a publicar un desmentido y la propia sentencia. La ACAI, que demuestran ser absolutamente impresentables, dicen que acatarán la sentencia-qué remedio les queda si no- pero que no la comparten. ¿Qué confianza se puede tener en unos profesionales de este tipo que niegan la absoluta, sin matices, evidencia científica, sobre la que abunda literatura, de que el aborto puede producir secuelas que pueden llegar a ser muy importantes?
Este hecho constata un problema mayor. Las clínicas abortistas, enfocadas a un negocio, no informan a las mujeres de lo que les puede suceder si abortan. Y cuando surgen los problemas la mujer se encuentra sola y desamparada, porque la sanidad pública tampoco tiene un ámbito específico donde tratar el frecuente trauma post-aborto.
Pero, hay más, los responsables de la salud pública son el gobierno del Estado y las comunidades autónomas. Ellos deberían haber velado para que las clínicas no antepusieran su negocio a la salud de la mujer, informar y disponer de servicios de acogida para aquellas mujeres que, después de abortar, pagan las consecuencias.
Pero como con este tipo de gente y de política lo que es peor puede empeorar, la nueva ley del aborto elimina el modesto período de reflexión de 3 días, con lo cual la información es instantánea y se trata de, en un minuto, una especie de lo tomas o lo dejas, lo cual es muy grave para un acto de tamaña magnitud. Para la ministra, que tiene como desiderátum que la mujer pueda volver “segura, sola y borracha” a casa, la libertad de opción de que la mujer realmente llegue a elegir el aborto, no interesa. Lo que importa es que aborte. Lo decisivo es el aborto en sí mismo y no la mujer.
Y ahora, la salud sexual y reproductiva. ¿ Es saludable abortar? No, claro que no. Es la interrupción violenta de un proceso natural, durante el cual el organismo de la mujer se transforma. Su ruptura detiene súbitamente esta modificación, y se dan circunstancias parecidas a las que producen un shock postraumático. A ver si resulta ahora que todo ha de ser ecológico, natural, que hay que respetar los procesos que siguen la naturaleza y adaptarnos a ellos para alcanzar una vida saludable, pero que todo esto tiene una excepción: la de la mujer embarazada. Una idea Perogrullo, pero terriblemente peligrosa y que ha cuajado, lo que demuestra una vez más, que esta época poco tiene que ver con la pretendida edad de la razón.
Lo saludable es lo que la propia OMS recomienda hace muchos años: mantener relaciones sexuales en una edad adulta, evitar la promiscuidad, relacionarse con una sola pareja y prevenir las enfermedades de transmisión sexual, cada vez mas extendidas, lo que, si se hace a la vez, hace innecesario el aborto, porque no hay fecundación. Esto sí protege a la mujer desde una mentalidad abortista… pero no es lo que promueven, sino todo lo contrario. Hay una estrecha relación entre promiscuidad, enfermedades de transmisión sexual y aborto, porque todo funciona por el mismo canal. Pero como no se trata de proteger a la mujer, sino al aborto, no importa.
Y hay una entrega total de los poderes públicos a los intereses de las clínicas abortistas en lugar de velar por la salud de la mujer.
A lo que íbamos: lo mínimo que se les puede pedir a las mentalidades abortistas es que al menos cambien el chip, dejen de proteger el aborto y protejan a la mujer.
2 Comentarios. Dejar nuevo
Creo que el origen de todo esto está en la «filosofía» de la liberación de la sexualidad de la mujer de la reproducción y que su sexualidad no venga ligada a el posible riesgo de embarazo. Es importante, para no tener que recurir al oborto como ultima solucción trumática al problema de tenr un hijo, recurrir a los medios anticonceptivos, que fueron los que originariamente liberaron a la mujer de» la esclavitud» reproductiva, porque el aborto es el fracaso de los medios antirreproductivos. El feminismo se ha abanderado con la defensa del oborto, sin tener encuenta las consecuencias que puede producir en la mujer, a la que se supone defiende.
El problema no es que se oborte o no, es que reconozca el aborto como un derecho y como tal se recoja en las leyes, hasta el punto de que actuar contra el aborto llegue a ser un delito. En USA el Tribunal supremo ha establecido que el aborto no es un derecho reconocido por la Constitución americana y en consecuencia el aborto no es un derecho. La que se ha montado por parte de feminsita y demás gente afin ha sido espectacular. En realidad el Tribunal supremo lo que ha hecho ha sido pasar la patata caliente a los estados, que al parecer tienen competencia legal en el tema. Habrá estados que reconozcan el derecho al aborto y otros que no, y a ver cómo queda el tema, porque lo que pase en USA después viene para acá.
El problema es la falta de Dios, y la solución es su Gracia, en un momento tan dificil de la vida de un ser humano al decidir sobre la vida de otro. Podemos negar y cuestionar muchísimas cosas, pero que este momento tocará de por vida a todos los involcrudados es una realidad. Sepamos acercarnos con amor a estas personas.