Normalmente se adquiere conocimiento de algo por lo que uno vive o experimenta de este algo. Es conveniente conocer lo que acontece y lo que acontecerá, porque está dispuesto que acontezca de un modo determinado. Lo voy a relatar ahora con indicaciones precisas. Si me desplazo a Terrassa (templo catedralicio diocesano Iglesia del Sant Esperit) o a Sant Cugat del Vallés (Monestir) no es factible comulgar en la lengua, pues la autoridad eclesial diocesana ha establecido la comunión en la mano obligatoria en estos dos templos.
Es decir, se ha excedido en sus facultades canónicas. Es denunciable el hecho ante la Sede Apostólica con el Código de Derecho Canónico en mano. Previamente lo es antes mi denuncia escrita abierta. Son lugares concurridos y las autoridades eclesiales están acongojadas con el virus. Eso dan a entender. El primer proceder de denuncia es una pérdida de tiempo. El segundo proceder es un aldabonazo a toda conciencia que me lea, prelados incluidos.
Si uno sabe esto puede terciar bien la situación. ¿Cómo? Pues evitando el conflicto a pie de altar, procediendo voluntariamente a la comunión eucarística espiritual. Uno se arrodilla en su lugar, cierra sus ojos y recibe espiritualmente a Nuestro Señor Jesucristo. Es la denominada comunión espiritual. Dentro de la misma diócesis hay planteamientos distintos de procedimiento. A mí me tendrán que obligar, por decreto papal universal, para obtener mi renuncia a mis todas comuniones en mi lengua.
Hasta la fecha no he protagonizado ningún incidente. Siempre me queda el recurso de cambio de templo, asistiendo a otras misas en otros lugares, siendo inconformista con las comuniones espirituales habituales no esporádicas. Es decir, me cabe elegir cura o religioso católico verdadero en vez de elegir templo abierto. Si sé que me veré obligado a comulgar en la palma de mi mano bajo pena de negación de mi comunión eucarística, lo procedente es mi comunión espiritual previa. ¡Todas las que sean precisas en cualquier parte para no recibir a Nuestro Señor Jesucristo en la palma de mi mano!
Entiendo perfectamente que estamos en la fase final intencional de la supresión arbitraria de la comunión en la lengua, bajo amenaza Covid-19 asusta niños. Digo fase final pues hace muchos años de la objeción ministerial extendida, más o menos disimulada, para no administrar la comunión en la lengua. El clero ha de entender, prelados incluidos, que conmigo se va de cara siempre. Si quieren cambios litúrgicos en mi proceder fiel y ortodoxo, exijo su formulación previa en disposición de Su Santidad el Papa, el que lo sea, en documento para toda la Iglesia Universal de Nuestro Señor Jesucristo.
Mientras esto no exista, mis comuniones serán siempre espirituales si no son factibles en mi lengua, por negativa ministerial mediante la imposición arbitraria anti litúrgica de la comunión en la mano. Para este clero el virus es una excusa barata para modificar por la brava lo que es normativo en Sagrada Liturgia. Me complazco espiritualmente en hacer trabajar a las autoridades eclesiales. Han de entender todas ellas que yo jamás comulgaré voluntariamente en la palma de mi mano.
Pie de foto. El Papa emérito Benedicto XVI administrando la comunión a un niño arrodillado en reclinatorio removible y con asistencia de patena.