En el pequeño pueblo piamontés de Portacomaro, el ambiente es de recogimiento y emoción profunda. Tras la noticia del fallecimiento del Papa, su prima, Carla Rabezzana, visiblemente afectada, compartió unas palabras que destilan amor, nostalgia y admiración por el hombre que marcó su vida y la de muchos.
Yo tengo miles de recuerdos. Uno más bonito que el otro”, dijo entre lágrimas. “Todos los recuerdos que tengo son maravillosos. Todos.”
Con estas frases, comenzó a evocar los momentos compartidos con su primo.
¿Piensas cuántos recuerdos? Porque es un hombre maravilloso. Que no hay otro igual. Que nunca más estará.”
Recordó la última vez que hablaron, apenas una semana antes de su fallecimiento. Fue una conversación breve, entre la dificultad respiratoria que ya lo aquejaba y su humor inconfundible.
Me ha dicho que me felicitaba por mi pierna, porque me había roto la pierna. Y nada más. Porque tenía poco… poco aire para hablar. Dos palabras. ¿Estás bien? ¡Hola! Menos mal que no te has roto la cabeza. Como siempre. Él siempre ha estado así. Bromeando.»
Uno de los recuerdos más entrañables fue el 90 cumpleaños de Carla. «Él vino… a mi cumpleaños. Tres años atrás. En mis 90 años. Uno de los días más hermosos de mi vida.»
La emoción de Carla terminó por desbordarse al recordar el deseo de volver a escucharlo: «Tengo el corazón que explota. Yo especialmente pensaba que lo habría superado… que hubiera salido de la enfermedad… que tal vez volviera a hablar. Y no es así. No es así». Este el último pensamiento:
No lo veo más. No habrá más de sus palabras.”
