Este fenómeno no comenzó ahora. El cambio significativo se inició con Ronald Reagan, pero ha alcanzado su plenitud en la actual convocatoria electoral. Ya en elecciones anteriores, el voto católico se inclinó más por el candidato republicano que por el demócrata. Nos referimos, claro está, a los electores blancos, ya que entre los hispanos la preferencia sigue siendo mayoritariamente demócrata debido a razones de comunidad y etnia, más que por adscripción religiosa, aunque cada vez más se decantan por los republicanos. Ahora, incluso en este grupo, la tendencia hacia Trump es clara.
Este comportamiento electoral representa una ruptura con la historia. Tradicionalmente, el voto católico era mayoritariamente demócrata, ya que en el pasado este partido era visto como el de los trabajadores y de aquellos grupos que no se sentían representados por la clase dirigente protestante, blanca y anglosajona (WASP). Este protestantismo clásico, importado de Europa y adaptado a Estados Unidos, ha ido declinando. Entre las confesiones más influyentes destacaba la de los episcopalianos, equivalente al anglicanismo del Reino Unido. La preferencia abrumadora de los católicos por los demócratas explica cómo un presidente católico, mal visto por el establishment de Washington, pudo llegar al poder con John F. Kennedy, no sin antes tener que «hacerse perdonar» su pertenencia religiosa.
Pero esta situación ha cambiado. Hoy, el voto católico es mayoritariamente republicano, en una proporción del 60 % o más. La competición con Kamala Harris ha acentuado esta tendencia, y el hecho de que el candidato a vicepresidente en el ticket republicano, J.D. Vance, sea un converso al catolicismo no hace sino reforzar esta preferencia política.
No es menor el papel que juega el militante apoyo pro-aborto de Harris. Nunca antes un candidato presidencial había exhibido una actitud tan incondicional ni situado esta postura en el centro de su campaña. Esta realidad está también ligada al feminismo ostentoso de quien podría ser la nueva presidenta de Estados Unidos.
En un mitin el 20 de octubre en Waukesha, Wisconsin, J.D. Vance acusó a la administración Biden-Harris de perseguir a los cristianos y, en particular, a los católicos. “Hay muchos católicos que, con razón, se sienten abandonados por el liderazgo de Joe Biden y Kamala Harris, y solo están buscando a alguien que proteja sus derechos y haga de este país un lugar asequible y decente para criar una familia”, declaró Vance. Además, reprendió a Harris por apoyar “obligar a monjas católicas a realizar procedimientos que violan su conciencia”, en referencia a la Ley de No Hacer Daño de 2019, que habría reducido las protecciones de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa.
La campaña de Trump también ha criticado a Harris por examinar a los nominados judiciales en función de su pertenencia a los Caballeros de Colón como elemento negativo y por un memorándum interno del FBI que pedía investigar un supuesto vínculo entre «católicos tradicionalistas radicales» y el «movimiento nacionalista blanco de extrema derecha». Trump también la criticó por no asistir a la cena de Al Smith, un evento benéfico católico al que tradicionalmente asisten los candidatos de ambos partidos principales.
“Kamala Harris es la candidata del fanatismo anticristiano y anticatólico”, dijo Vance. “Ella se jacta de ello. Ese es su historial político. Donald Trump es el candidato que defenderá el derecho de la Primera Enmienda a practicar la fe como uno quiera, porque esto es Estados Unidos, y creemos en la libertad religiosa en este país”.
En las declaraciones de Vance se encuentran muchas de las razones del abandono masivo de los católicos del bando demócrata, a pesar de que la figura de Trump esté lejos de ser un modelo ideal para ellos. No es su personalidad lo que atrae, sino las acciones realizadas durante su presidencia y el cumplimiento de sus compromisos sobre la libertad religiosa y el aborto.
Un ejemplo reciente que ilustra este alejamiento de los católicos del Partido Demócrata es el incidente protagonizado por la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, quien enfureció a los católicos con un sketch promocionando la Ley CHIPS. En el vídeo, Whitmer le entrega un chip Dorito a un influencer, quien lo recibe en la lengua, lo cual fue interpretado por los obispos como una burla a la Eucaristía. Whitmer respondió afirmando que “se trata de un malentendido”, pero la reacción refleja una verdad: con demasiada frecuencia, los católicos son objeto de desdén y hostilidad, especialmente en cuestiones como el aborto y la libertad religiosa.
Hace pocos días, la vicepresidenta Harris declaró que, de ser elegida, rechazaría las exenciones religiosas para el aborto, obligando a los proveedores de atención médica a violar su conciencia. En sus palabras: “No creo que debamos hacer concesiones cuando hablamos de una libertad fundamental para tomar decisiones sobre tu propio cuerpo”, promoviendo la idea, mil veces repetida pero incorrecta, de que el no nacido es simplemente una parte del cuerpo de la madre y no un ser humano que ha florecido a la vida y se encuentra en proceso de desarrollo, aunque dependiente de ella.
Durante su tiempo en el Senado, Harris fue firme defensora y copatrocinadora de la Ley de Igualdad. De aprobarse a nivel federal, el Consejo de Obispos Católicos de EE. UU. advierte que dicha ley podría impedir que instituciones religiosas accedan a préstamos bancarios comerciales; obligar a espacios religiosos a albergar eventos contrarios a sus creencias; exigir a mujeres compartir vestuarios y duchas con hombres; cerrar organizaciones benéficas basadas en la fe; y obligar a proveedores médicos religiosos a realizar abortos y cirugías de «transición de género». En otras palabras, la Ley de Igualdad supondría un obstáculo enorme para el trabajo caritativo que la Iglesia Católica realiza en todo el país.
Con este cúmulo de razones, dada la militancia de Harris y, de hecho, la de su partido, más que preferir a Trump, hay mucho de protegerse de lo peor.
La cruz y la urna: cómo el voto católico blanco se vuelca hacia Trump para frenar la agenda progresista de Harris y Biden Share on X
3 Comentarios. Dejar nuevo
Los dos candidatos son imposibles. Harris no merece ni un voto, pero Trump tampoco. Me decepciona muchísimo que Forum Libertas silencie que la política económica y social de Trump es incompatible con la doctrina social de la Iglesia Católica, que su racismo contra los hispanomericanos (en su mayoría católicos) es anticristiano, que su apoyo a las matanzas en Gaza es criminal, que es mentiroso y demagogo y muchas otras cosas más. Si queremos servir a la verdad debemos cultivarla aunque no nos guste. Es un gran pecado querer poner la fe al servicio de las simpatías y los intereses políticos.
Pues a mí no me decepciona Forum Libertas, y también votaría a Trump. La candidata demócrata, y la actual administración demócrata, apoyan a Israel tanto como Trump, pero lo disimula mientras que los republicanos lo admiten. Es la administración Biden la que, muy preocupada por los civiles, ONGs o que escale el conflicto, arma a Israel, le proporciona visión satelital y bloquea cualquier medida que adopte la comunidad internacional para tratar de frenar a Israel.
En cuanto al presunto racismo de Trump, bastantes inmigrantes legales hispanos votarán por Trump, porque no quieren verse perjudicados por la inmigración descontrolada. Trump se ha referido muchas, pero que muchas veces a la riqueza que ha supuesto la inmigración para USA, pero los medios guardan silencio y solo refieren las críticas que hace a la inmigración ilegal atribuyéndolas a cualquier tipo de inmigración o etnia.
El programa económico de Trump va a ser proteccionista y pondrá aranceles a todo lo que venga de China. Los demócratas, sin embargo, están poniendo a China en el punto de mira de la OTAN y persiguen aislar a China política y comercialmente, generando una tensión pre-bélica y llenando el Pacífico de bases militares, como si no tuvieran bastantes ya.
Por otro lado, para un católico hay cosas opinables en política y cosas que no son opinables: la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural no es opinable. Un católico debe defender la vida del no nacido sí o sí, por más que el autodenominado católico Biden sea el presidente más abortista que han tenido USA. Y, según parece, Harris quiere superarle.
La defensa de la vida es ciertamente un tema que no admite discusión. Los planes abortistas de Harris son criminales. Pero Trump quiere una guerra con Irán y con respecto a China no se diferencia de los demócratas. Esoi también es matar y despreciar la vida, igual que la libertad de llevar armas, que sólo sirve para que la violencia sea letal. Los aranceles a China no tienen nada que ver con una política económica acorde a la doctrina social de la Iglesia. En los EE.UU. el derecho a la atención médica depende de la capacidad monetaria del enfermo. Con Trump eso no va a mejorar. Para ser católico no basta con ser antiabortista, eso es muy poco, hace falta más. Ni Trump ni Harris cumplen el mínimo de requisitos para merecer el voto católico. De todos modos, nosotros no tenemosninguna influencia sobre el resultado de esas elecciones, aunque deberemos sufrir sus consecuencias, algo muy injusto.