En las últimas semanas, una intensa polémica ha surgido en torno a la presencia de la Santa Sede como observador permanente en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Un grupo conocido como Catholics for Choice (Católicos por el Derecho a Decidir) ha impulsado una iniciativa para que el Vaticano sea expulsado de este organismo internacional, alegando que su presencia obstaculiza ciertos objetivos políticos relacionados especialmente con los mal llamados «derechos reproductivos».
Según diversas fuentes, este movimiento está siendo financiado con millones de dólares provenientes de fundaciones y grupos claramente alineados con posturas pro-aborto.
El propósito declarado de Catholics for Choice es eliminar leyes que consideran coercitivas hacia las mujeres y promover políticas abiertas respecto al aborto y otros temas relacionados con la salud reproductiva.
Durante la reciente Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la ONU, representantes de este grupo afirmaron públicamente que alcanzar estos objetivos es imposible mientras la Santa Sede siga participando en la ONU como observador permanente.
¿Qué hay detrás del ataque contra la Santa Sede?
Estas afirmaciones han provocado una fuerte reacción internacional.
Catholics for Choice sostiene que la ONU no debería conceder privilegios diplomáticos especiales a ninguna entidad religiosa, especialmente a una que, según ellos, «interfiere» con la agenda política internacional.
De hecho, durante la reciente Conferencia sobre la Mujer celebrada en la ONU, este grupo calificó directamente al Vaticano como una «amenaza a la libertad religiosa y los derechos de las mujeres», solicitando formalmente su expulsión. Vídeo aquí.
Este ataque frontal podría tener graves consecuencias para Catholics for Choice. La normativa de la ONU indica claramente que cualquier ONG que realice actos motivados políticamente contra Estados Miembros corre el riesgo de perder su estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social (ECOSOC).
Frances Kissling, ex presidenta del grupo, elevó la polémica al comparar el derecho del Vaticano de participar en la ONU con «el derecho que tendría Disneylandia» y argumentó que es necesario adoptar una actitud menos respetuosa hacia la Iglesia institucional, a la que perciben como un adversario político más.
Catholics for Choice, un grupo en la mira
Fundado poco después del histórico fallo Roe vs. Wade en 1973, Catholics for Choice se define como una organización feminista disidente.
Ha rechazado constantemente las enseñanzas católicas, promoviendo el aborto, la anticoncepción y una visión liberal sobre la sexualidad humana.
La financiación del grupo proviene en gran medida de fundaciones seculares y antirreligiosas, entre ellas la Fundación Sunnen y la Fundación Susan Thompson Buffett, conocida por su fuerte apoyo financiero al movimiento pro-aborto.
Representantes de Catholics for Choice han llegado a afirmar públicamente que «la Biblia no prohíbe el aborto» y que «el feto no es una persona».
Estas declaraciones han hecho que la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que haya calificado repetidamente las posturas del grupo como contrarias a las enseñanzas esenciales del catolicismo.
La importancia de la Santa Sede en la ONU
Ante este conflicto, muchas voces se han levantado en defensa del rol diplomático histórico de la Santa Sede. Con más de mil años de diplomacia continua (desde el siglo IV), el Vaticano es considerado un pilar clave en la promoción de valores universales como la dignidad humana, los derechos del no nacido y la protección de la familia.
La Santa Sede cumple un papel único, siendo vista como un «portavoz de la razón» en las Naciones Unidas, aportando equilibrio moral y ético en debates dominados frecuentemente por intereses políticos y económicos.
Campaña internacional en apoyo al Vaticano
En respuesta a esta ofensiva, el Centro para la Familia y los Derechos Humanos (C-Fam) lanzó una campaña mundial para apoyar la permanencia del Vaticano como observador en la ONU.
Miles de personas ya han firmado esta iniciativa, destacando el respaldo internacional que mantiene la Santa Sede en estos debates cruciales sobre ética, derechos humanos y familia.
Este conflicto va mucho más allá de la diplomacia y refleja profundas divisiones ideológicas y culturales sobre la vida, la familia y la libertad religiosa en el siglo XXI.
La Santa Sede cumple un papel único, siendo vista como un portavoz de la razón en las Naciones Unidas, aportando equilibrio moral y ético en debates dominados frecuentemente por intereses políticos y económicos. Compartir en X
1 Comentario. Dejar nuevo
La nomenclatura “Catholics for Choice” es un oxímoron, muy tonto por lo demás y que sólo engaña a quienes se engañan a sí mismos.
Si esta secta pretende expulsar de la ONU a la Santa Sede es porque este Estado miembro expresa verdades que no quieren que se escuchen. Los derechos reproductivos de las mujeres no tienen nada que ver con al aborto, que no es otra cosa que arrogarse el derecho a matar a otro ser humano, por lo demás inocente de toda culpa.
Esgrimir que «el feto no es una persona» es un absurdo ontológico, fruto de la ignorancia o la mala fe, con el agravante de que quienes así lo afirman se niegan a sí mismos como personas, puesto que todos, sin excepción, hemos sido “fetos”, y no somos ni más ni menos personas, de adultos, que cuando fuimos niños, bebés, fetos o embriones.
Negarle la cualidad de persona a un feto instaura la posibilidad de negársela a cualquier ser humano al que por razón de algún interés se le quiera quitar la vida.
Expulsar a la Santa Sede de la ONU implicaría acallar en la asamblea la única voz que defiende, sin ambages ni reticencias, el derecho a la vida de todos los seres humanos, sea cual sea su condición. El daño para todos, incluidos quienes pretenden que se la expulse, sería gravísimo. Esta exigencia de Catholics for Choice debería considerarse un acto de terrorismo.