¿Pesimistas? No. El cristiano que cree en la Encarnación, en la Resurrección de Cristo y en su Ascensión al Cielo, y cree además en su Presencia Real en la Eucaristía, además de la Asunción de la Virgen María al Cielo, nunca tiene razones para ser pesimista.
A veces escuchamos algunos lamentos sobre la situación de la Iglesia en los momentos actuales: baja notable de las ordenaciones sacerdotales, reducción del número de matrimonios que se celebran en la Iglesia, aumento considerable de matrimonios que no bautizan a sus hijos, personas bautizadas que mueren sin recibir los últimos sacramentos, conventos que se cierran por falta de vocaciones, templos que se cierran por carencia de sacerdotes, etc.
Y junto a estos datos más o menos estadísticos, nos llegan afirmaciones de algunos propagandistas ideológicos, políticos y no políticos, que pueden provocarnos un cierto pesimismo. Por ejemplo, cuando un ministro o ministra afirma que las leyes sobre el aborto, eutanasia e ideología de género que rigen en el país son la punta del “progresismo” cultural.
El progreso vivido en libertad mira hacia el futuro y el bienestar; esas “leyes progresistas” defensoras de asesinatos y de manipulaciones sobre las personas, no hacen más que agrandar el camino hacia la corrupción, el totalitarismo y la muerte de una sociedad.