En mitad del debate sobre la presencia de pantallas en entornos educativos y el uso de móviles en niños y adolescentes, la Cátedra UNESCO en Paz, Solidaridad y Diálogo Intercultural de la Universitat Abat Oliba CEU celebra el Congreso Internacional ‘Los menores en el mundo digital: riesgos y potencialidades’.
Entre los mensajes de la primera mesa redonda del programa («El niño y la educación 2.0») ha destacado uno, en el que han coincidido varios de los ponentes: con la presencia masiva de pantallas en la vida de los niños, éstos “se saltan” etapas en el camino que son claves para el aprendizaje, la maduración personal, y el desarrollo del pensamiento abstracto.
Así lo ha explicado el director del Colegio San Pedro de Gavà, Rafael Rodríguez. “Las herramientas tecnológicas ofrecen un nivel de abstracción muy avanzado”. Es decir, proporcionan acceso a un proceso ya acabado que tendrían que haber recorrido por sí mismos en la realidad. “Los niños no pueden permitirse no pasar por esos procesos de abstracción. Si se los saltan, no podrán llegar a tener pensamientos complejos o entender las relaciones sociales”. Desde su punto de vista, los niños hoy están “expuestos a demasiada información procesada”.
Esto se manifiesta en el aspecto de la educación emocional. “No se puede aprender a socializar con un móvil”, ha destacado el ponente. Y ha añadido: “se nos llena la boca con la educación emocional, pero hay niños que no saben expresar sus emociones porque no tienen recursos verbales”.
En el campo del lenguaje y de la socialización “los problemas están ahí”. Lo que antes eran casos muy puntuales, actualmente se ha convertido en una realidad muy presente en las aulas. Ante estas señales de alerta, “tenemos que ser valientes. No se trata de prohibir, pero sí de no convertir a la tecnología en un eje del proyecto educativo”, ha subrayado Rodríguez.
En una línea parecida se ha expresado la representante de Familias Puntocom, Imma Molas. Ésta ha sido clara al valorar el impacto de una exposición excesiva a las pantallas: “tiene efectos negativos en el desarrollo del lenguaje. Los niños de tres años de hoy no hablan bien porque no se les ha dado la oportunidad de hablar bien”.
También ha incidido en que los efectos de la presencia de pantallas en contextos infantiles ya comienzan a ser visibles. “Antes, se podían contar con los dedos de una mano los niños que tenían algún trastorno del aprendizaje”.
Molas ha pedido coherencia a las familias para educar con el ejemplo y abordar la cuestión desde la potenciación de las virtudes. “Las prohibiciones son parches. No es educar. A veces son necesarias, pero no son la clave”.
“Que no nos condicione el miedo”
El congreso hacía referencia a riesgos, pero también a potencialidades de lo digital en contexto educativo. La ponencia del miembro de Innovamat y experto en robótica de la UB, Frank Sabaté, ha sacado a relucir este aspecto de las oportunidades. “La tecnología puede ser muy útil para el docente. La tecnología nos permite simular situaciones e individualizar aprendizajes”. “Lo que no tiene sentido es utilizar la tecnología para replicar lo que ya se hacía sin aportar valor”.
Evidentemente, en el uso de la tecnología “hay riesgo”, pero también lo hay en un temor paralizante. “Que no nos condicione el miedo”, ha dicho. Completaba la mesa el profesor de la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del Instituto Químico de Sarrià, Oriol Quintana.
Regular a las tecnológicas y no a las familias
El tema regulatorio ha irrumpido con fuerza en la segunda mesa redonda (‘Desarrollo del niño en el entorno digital’). Realidades como que España es el país con mayor proporción de adolescentes adictos a la red de toda la Unión Europa inducen a mirar hacia las tecnológicas. “Las empresas proveedoras de contenidos debe ser legalmente responsables de proporcionar a los menores contenido ilegítimo”, ha dicho la presidenta de la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Cataluña, Anna Plans.
El psicólogo de Desconect@, Marc Massip, va en la misma dirección. “Hay que legislar la tecnología, no a las familias”. Hay que tener en cuenta que la tecnología “es igual de adictiva que una droga”. Desde su punto de vista, si se consiguió con el tabaco en la Fórmula 1 o en la televisión, regular el acceso a la tecnología y sus contenidos debería ser más sencillo.
Massip tampoco exculpa a las familias de responsabilidad en lo que sucede, “Hay mucho padre negligente. Es mucho más cómodo ser padres con pantallas, hasta que se vuelve más incómodo cuando los hijos acaban en el hospital o en terapia”.
Completaba la mesa el psicólogo y sexólogo clínico, Alejandro Villena, quien también ha apelado a las posibilidades que hoy da la tecnología para controlar el acceso de menores a contenidos inadecuados.
Con la presencia masiva de pantallas en la vida de los niños, estos “se saltan” etapas en el camino que son claves para el aprendizaje, la maduración personal, y el desarrollo del pensamiento abstracto Share on X