¿Hasta cuándo vamos a permitir que se siga abusando de la paciencia y la buena fe católica? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que el grave pecado de la pederastia, extendido a toda la sociedad, y en gran medida ocultado por los poderes públicos en especial en España, continúe enmascarado? ¿Por qué se utiliza a la Iglesia de chivo expiatorio, y así se evita indagar la inmensa mayoría de casos, 99,5% que afectan también y en buena medida a los ámbitos de las administraciones públicas?
Escribí mi primer artículo sobre esta cuestión en La Vanguardia el 4 de abril del 2010, con el explícito título de “Contarlo todo contarlo bien“ y comenzaba así: “Empezó en 1992, ha persistido durante casi dos décadas, y ahora alcanza su máximo apogeo con la embestida directa al Papa. Se trata de la pederastia …y no persigue la búsqueda de la verdad sino la construcción de un relato acusador y dañino”. Han pasado ¡30 años! Y seguimos igual, a pesar de dos evidencia. Primera, este delito es doloroso para los católicos, pero resulta absolutamente marginal. Segunda, la Iglesia en el transcurso de estas décadas ha sido la única institución internacional que ha adoptado una sucesión ininterrumpida de medidas, así como también en el ámbito español. Ninguna más de las instituciones civiles y políticas, y en especial el estado, ha hecho nada parecido a pesar de los escándalos que afectan a los ámbitos de las administraciones públicas.
La segunda vez que escribí sobre el tema en el mismo periódico fue el 14 de febrero de este año, con un título que a pesar de los 12 años transcurridos podría ser una prolongación del primero “¿Solo investigan el 0,2%?”, y es que todo lo que apunté en el 2010 sigue vigente, solo que multiplicado por los hechos.
Lo que explicaba hace 12 años era que todo el tema de vincular la pederastia con la Iglesia estaba deliberadamente manipulado para destruir su credibilidad moral, y concretaba el método seguido:
La acumulación. Se dan cifras sumando casos sin importar mucho su certeza real, hasta remontarse lo mas lejos posible, 1940 por ejemplo, así la cifra parece mayor, pero cuando se desagregan por años, la población y el número de sacerdotes, ya se percibe que son cifras muy modestas. Si la comparación- la mejor- se hace con el numero de casos denunciados, entonces la marginalidad, como en el caso de España es evidente.
La agregación. En muchos países se mezcla el abuso sexual con el mal trato físico, la bofetada o el zurriagazo, algo nada extraño a mediados del siglo pasado. En España, el segundo informe de El País, que lucha a brazo partido para acrecentar la modesta lista de casos como sea, introduce referencias del tipo, “aquel me dijo que le habían dicho” Un análisis técnico de los dos informes de El País revelará sus miserias.
La concentración del foco solo en la Iglesia, o como hemos explicado desde e-Cristians, su uso como chivo expiatorio para ocultar la dimensión del delito social y la responsabilidad de los gobiernos.
La muerte de la presunción de inocencia. No hace falta probar nada, basta con la acusación para convertirlo en condena publica, de telediario. No se si han reparado en ello, pero este tipo de prácticas deterioran el estado de derecho y destruyen la democracia.
La ocultación del papel de la homosexualidad. A pesar que, en el delito de pederastia en la sociedad, la mayoría de víctimas son menores de sexo femenino, la marginalidad de los casos eclesiales, también se manifiesta en que la mayoría de víctimas son de sexo masculino. A pesar de eso se insiste y no se para en atribuir el problema al celibato sacerdotal, cuando a) solo una parte de casos católicos son sacerdotes. b) ¿Si te gustan los chicos, que arreglas casándote con una mujer?
La mentira. En muchos casos el hecho es un puro engaño. Esto se ha dado sobre todo en diócesis de Estados Unidos a la búsqueda de indemnizaciones. Sin presunción de inocencia esta presión es mucho más fácil.
Fuera de contexto. Este es un recurso habitual que permite presentar como buey lo que simplemente es una vaca gorda. Se trata de presentar la pederastia como algo exclusivo de la Iglesia, en lugar de situarla en el marco de los delitos de este tipo que se cometen cada año, lo que arroja cifras del tipo, 0,2%, 0,5%.
La reiteración y el equívoco. Se trata de repetir y repetir casos situaciones y la idea de que la Iglesia no hace nada para evitarlo, obviando informar de las medidas que se han ido adoptando desde Benedicto XVI.
Y por último una que no existía en mi articulo del 2010: la extrapolación. Es la estúpida aportación de la Comisión francesa ¡bendecida por los propios obispos! de proyectar a partir de unos datos conocidos los resultados al universo considerado. Es obvio que esto resulta inadmisible en cualquier estudio que intente identificar casos y víctimas, pero así se ha hecho en Francia.
Ha llovido mucho desde que escribí todo aquello, y lo malo es que sigue vigente. ¿Pueblo católico cuando vais a defender la verdad y la justicia aunque se refiera a nosotros mismos?
Lo que explicaba hace 12 años era que todo el tema de vincular la pederastia con la Iglesia estaba deliberadamente manipulado para destruir su credibilidad moral, y concretaba el método seguido Share on X