A lo largo de una parte del siglo XIX y casi todo el XX, los sindicatos han sido instrumentos importantes, básicos, irreemplazables, para la defensa de los intereses de los trabajadores. Gracias a sus reivindicaciones, sus movilizaciones, su presión, han logrado muchas mejoras que de otro modo difícilmente se habrían conseguido. Es un mérito para reconocer sin la menor restricción.
Hoy, a la vista de su funcionamiento y de los cambios reivindicativos y sociales, vale la pena plantearse si su cometido sigue teniendo validez o son solo, como creo ocurre en España, unas estructuras subvencionadas sin base real de trabajadores afiliados, defensoras de intereses de validez más que dudosa. Al menos entiendo que así ocurre con los sindicatos de ámbito global, como son CC.OO. y UGT. Podrían salvarse un poco los ligados a una determinada profesión o espectro social limitado, por realizar reivindicaciones muy acotadas.
Cuando escribo esto hierve la protesta de la Sanidad en Madrid. Doy por seguro que el personal sanitario tiene mucha razón en sus quejas y reivindicaciones, y tengo el convencimiento de que algo similar se podría producir en otras Comunidades Autónomas españolas, donde no parece estar mejor la atención a los pacientes, ni ser más largo el tiempo que el facultativo puede dedicar a cada visita, ni son más cortas las listas de espera para las intervenciones quirúrgicas. Probablemente la “politización” influye en la citada huelga. Pero no entramos en ella, sino vamos al conjunto de la acción sindical, a la praxis habitual, sin juzgar principios genéricos ni tampoco ceñirse a situaciones puntuales.
Un primer elemento que considerar. Cuestionarse si, ante un problema, una situación injusta o un déficit social actúan de forma idéntica sea cual sea el Gobierno de turno. Es más que obvio que no, al menos en España. Basta imaginarse algo tan simple como lo siguiente y actual: si en estos momentos de galopante inflación que deteriora tremendamente el valor adquisitivo de los salarios de los trabajadores, los ingresos de pequeños empresarios y autónomos, y las pensiones de los jubilados, en lugar de gobernar PSOE-Podemos lo hiciera un partido de centro o de derecha ¿se mostrarían tan inactivos?, ¿no estarían agitando el país a diario denunciando la “inacción” del Gobierno de turno, tuviera la culpa o no? No creo que nadie dude de que las calles arderían. Pero como son instrumentos subvencionados y próximos a la coalición gobernante, aquí no pasa nada.
No es nuevo que los sindicatos han sido casi siempre próximos a partidos de izquierda, incluso a menudo sus correas de transmisión. Pero, al menos en teoría, las funciones de un sindicato son las de la reivindicación en el ámbito salarial, social, de condiciones de trabajo, etc. Fuera de éstas carece de sentido su propia existencia. Aunque estuvieran en connivencia o a remolque de los partidos de izquierda, los sindicatos podían mantener aquella función.
Pero basta observar la evolución de los objetivos de los partidos de izquierda en los últimos años. Ha pasado a mejor vida aquella lucha por los intereses de las clases más desfavorecidas, en particular de los trabajadores, y el centro está ahora en promover e imponer la ideología de género en las más variadas manifestaciones, promocionar libertades “de bragueta” e implantar el aborto y la eutanasia, a la vez que introducir restricciones en libertades como la educación.
Si los sindicatos ya no reivindican mejoras sociolaborales, si no exigen cambios a los gobiernos de izquierdas cuando estos últimos han sustituido lo social por lo sexual, parece que poco papel tienen que hacer. A menos que retornen a los orígenes y digan a sus propios patrocinadores políticos que se acabó la función. Que tiren por la borda tanta estupidez de la variable “deseo sexista” y la perversidad de hormonar a niños, y se vuelquen en resolver las necesidades reales de las personas.
Al menos en teoría, las funciones de un sindicato son las de la reivindicación en el ámbito salarial, social, de condiciones de trabajo Share on X
1 Comentario. Dejar nuevo
Los sindicatos se quejan en nombre de los trabajadores para lograr mejoras.
¿Cuáles mejoras? Las de los dirigentes sindicales. Que negocian con los directivos de las empresas por cuánto dinero dejan de quejarse.
Acordado el precio, los dirigentes sindicales dicen a los sindicalizados que ya se acordó que se va a arreglar la situación de la que se quejaban.
Y todo sigue igual hasta la siguiente protesta.
Y como los sindicatos son de izquierda, no se quejan de las leyes laborales aprobadas por los legisladores de izquierda que deterioren las condiciones de los sindicalizados.
No son raras las ocasiones en que los sindicatos hacen demandas tan desmedidas económicamente que obligan a los empresarios a recortar empleos. Y los que resulten desempleados por causa de las demandas exageradas dejan de ser asunto de interés para los sindicatos.
Pues los desempleados ya no aportan la cuota sindical que pagan los sindicalizados, cuota que sirve para engrosar el bolsillo de los dirigentes sindicales.
¿Para qué sirven los sindicatos? Para eso sirven los sindicatos.