Una de mis citas preferidas es de Tucídides, el gran militar, historiador y político ateniense del siglo V a.C., que reza: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje.”
Si Tucídides está en lo cierto (y yo así lo creo), la conclusión lógica es que la cobardía es un obstáculo para la felicidad, quizá el mayor de los obstáculos. En otras palabras, quien no afronta la vida con valentía está condenado a ser infeliz, lo que implica que la cobardía es muy perjudicial para el ser humano. En el mejor de los casos, es inútil: no sirve para nada bueno.
Sin embargo, y aunque estoy de acuerdo con Tucídides, yo no creo que la cobardía sea totalmente inútil. Y, me atrevería a decir que el rey Pelayo, fundador del reino de Asturias e iniciador de la Reconquista, habría estado de acuerdo conmigo. Incluso, opino que aquellos hombres y mujeres que, junto a Pelayo, decidieron resistir al invasor musulmán, también dirían que la cobardía no es del todo inútil.
Porque su valentía, al destacarle de la cobardía del resto, permitió a Pelayo erigirse en rey, fundar un nuevo reino y encabezar la más épica y gloriosa epopeya de la historia de la humanidad, en la que un pueblo se enfrentó a sus invasores y, tras casi ocho siglos de lucha, consiguió expulsarlos y recuperar su tierra. Y, ¿cómo lo habría hecho Pelayo si no fuera por la cobardía de tantos, nobles y plebeyos, que bajaron los brazos y se negaron a luchar? Entre todos esos cobardes, Pelayo y los suyos eligieron no rendirse y, así, esculpieron sus nombres en la historia.
Desde la derrota del rey Rodrigo en la catastrófica Batalla de Guadalete, la resistencia contra el invasor musulmán había sido testimonial e ineficaz, hasta el punto de que toda Hispania fue ocupada en cuatro años, incluyendo la misma Asturias. Estos instalaron una base en Gijón y exigieron sometimiento, tributo y rehenes a las familias nobles de la zona. Incluso la familia de Pelayo aceptó enviar cautivos a Córdoba, la capital de los invasores.
En sentido opuesto a dichos rehenes, viajaron al norte quienes decidieron no rendirse, sino enfrentar al enemigo y combatirle hasta las últimas consecuencias. Con estos recién llegados y unos cientos de guerreros astures, todos ellos decididos a mantener su libertad, derrotaron a los invasores en la Batalla de Covadonga. Después, Pelayo fue coronado rey en el llamado Campo de la Jura, cercano a Cangas de Onís, por dos de sus capitanes: su yerno, Anean de Estrada y Suero Buyeres de Caso. Como se había perdido el tesoro del reino visigodo, le hicieron una corona de ramas de roble y, como se había perdido la capital, Toledo, establecieron la nueva en Cangas de Onís.
Fue la valentía de Pelayo y los suyos la que les llevó a la lucha y vencer, la que despertó la esperanza de recuperar el reino perdido. Pero, fue la cobardía de casi todos los demás la que convirtió a dichos valientes en referencia para Hispania entera, donde ningún otro se atrevió a tanto. Especialmente ruin fue la reacción de muchos ricos hispano-visigodos, los “moderados y prudentes” que eligieron negociar con los invasores para asegurarse cargos, tierras y haciendas, aunque fuera a costa de sus mujeres, su religión y su presunta dignidad. Al cabo, todo aquel que eligió luchar y no rendirse, pudo encontrar un faro que lo guiase, allí lejos, en el norte. Los demás, sirvieron con mezquindad a los tiranos de Córdoba, incluso aportando tropas para combatir al reino de Asturias.
Como ves, querido lector, la cobardía no fue totalmente inútil. Lo que supongo que aportará algún consuelo a quienes elijan, de nuevo, “la moderación y la prudencia” en los tiempos actuales. Para todos los demás, Pelayo y los suyos seguirán brillando en el firmamento de nuestra historia como recordatorio de que, si lo hicimos una vez, lo volveremos a hacer. Si Dios tiene a bien concedernos la victoria.
Una de mis citas preferidas es de Tucídides, el gran militar, historiador y político ateniense del siglo V a.C., que reza: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje” Compartir en X