Ayer, 8 de diciembre de 2024, el papa Francisco hizo una visita inesperada y significativa a la exposición de la famosa obra la Crucifixión Blanca de Marc Chagall, en el Palazzo Cipolla de Roma. Esta visita no fue un simple gesto de cortesía cultural, fue una visita cargada de simbolismo.
En el contexto del próximo Jubileo 2025, el Dicasterio para la Evangelización inauguró una serie de exposiciones culturales bajo el título «Giubileo è cultura».
La cuarta de estas muestras presenta la Crucifixión Blanca, una obra que nunca antes había sido exhibida en Italia y que se podrá visitar gratuitamente hasta el 27 de enero de 2025. Este cuadro, considerado uno de los más importantes de Chagall, es más que un simple ejemplo de su genio artístico; es para el papa un mensaje universal de esperanza.
El significado de la obra
Marc Chagall, pintor ruso naturalizado francés, creó Crucifixión Blanca en 1938, en un momento de profundo dolor para el pueblo judío.
En esta obra, Cristo crucificado es retratado como símbolo del sufrimiento universal, destacando su identidad judía mediante un tallit, el manto de oración tradicional. La luz blanca que ilumina su figura es un símbolo divino que contrasta con las escenas de destrucción y violencia que lo rodean.
Chagall logra entrelazar las tragedias de su tiempo, como los pogromos y la Noche de los Cristales Rotos, con una narración de redención y esperanza.
A la izquierda del cuadro, soldados armados con banderas rojas incendian aldeas y sinagogas, mientras a la derecha, los rollos de la Torah arden en llamas.
En el centro, la cruz no solo simboliza el sacrificio, sino también un puente entre cielo y tierra, representado por una escalera apoyada en ella. La desesperación de las víctimas se muestra en los refugiados que intentan salvarse, algunos en una barca que busca la salvación, mientras otros cargan los últimos vestigios de su fe y cultura.
El uso predominante del color blanco en la obra evoca pureza, luto y esperanza. Cada elemento del cuadro está cargado de simbolismo, desde la Menorah hasta la estrella de David, integrando elementos del arte renacentista italiano y de la tradición bíblica.
Al igual que Guernica de Picasso, Crucifixión Blanca es una de las condenas más poderosas a la guerra y al odio en el siglo XX.
La elección del papa Francisco
La visita del papa Francisco a esta exposición no es un acto casual. Francisco ha mostrado en repetidas ocasiones su aprecio por esta obra. Su presencia ante Crucifixión Blanca es un recordatorio de que el arte puede ser un vehículo para el diálogo y la reconciliación entre culturas y religiones.
Con una actualidad marcada por diferentes conflictos el mensaje de esta obra adquiere una relevancia renovada. Francisco ha expresado que la cruz, aunque signo de sufrimiento, también es símbolo de redención y esperanza.
La decisión de incluir esta obra en las actividades culturales del Jubileo 2025 refleja una intención clara: invitar a los fieles y visitantes a reflexionar sobre el misterio de la cruz y sobre la necesidad de superar las divisiones y el odio.
El mensaje de Chagall, plasmado en esta obra, no está limitado a un momento histórico específico.
El papa, como cualquier peregrino, se detuvo frente a la obra de Chagall no solo para admirarla, sino para orar, para recordar que la cruz es también un camino hacia la reconciliación.
Esta visita inesperada se convierte así en un acto simbólico, una invitación a todos nosotros a contemplar el arte no solo como un testimonio estético, sino como una herramienta para transformarnos y crecer en la fe.