La exposición temprana a la pornografía se ha convertido en una problemática alarmante que afecta profundamente el desarrollo emocional y sexual de niños y adolescentes.
Datos preocupantes sobre el consumo de pornografía en menores
Estudios recientes indican que:
- Los menores tienen su primer contacto con contenido pornográfico entre los 8 y los 10 años
- Al 70% de ellos les llegan los primeros impactos pornográficos de manera involuntaria mediante sus dispositivos
- A los 10 años, el 90% consume pornografía después de ese primer contacto.
- 6 de cada 10 adolescentes ven pornografía habitualmente.
- El 56 % de los jóvenes confirma que el porno tiene una alta influencia en la manera en la que viven sus relaciones sexuales.
- El 90% del porno al que acceden tiene contenido violento.
Siendo estos datos preocupantes, a mi juicio, el dato más alarmante es el que arrojan todas las encuestas que sitúan en torno al 90% de los padres que creen que sus hijos no lo ven. «Mi hijo no ve esas cosas».
Una visión distorsionada de la sexualidad
Esta realidad plantea serias preocupaciones sobre cómo dicha exposición puede distorsionar la percepción de la sexualidad y las relaciones interpersonales en los jóvenes. Los contenidos que se ofrecen nada tienen que ver con la realidad, pero se convierten rápidamente en sus referencias para el mundo real.
Desde la perspectiva antropológica cristiana, la sexualidad humana es una expresión profunda de amor y entrega mutua, destinada a reflejar la dignidad y el valor intrínseco de la persona.
La sexualidad no es una simple respuesta a impulsos, sino una realidad profundamente ligada a la identidad personal y la vocación al amor. Quienes afirman que pueden separar la sexualidad de su persona y practicar sexo de manera desordenada sin que les afecte, no conocen la verdad sobre quiénes son ni el carácter unitario de su persona.
San Juan Pablo II y la Teología del Cuerpo
Si hay alguien que ha enriquecido y actualizado la visión de la sexualidad, ese ha sido sin duda el gigante San Juan Pablo II. Su magistral aportación, conocida como Teología del Cuerpo, nos enseña que el cuerpo humano tiene un significado esponsalicio, es decir, que está llamado a la entrega sincera de sí mismo al otro en un amor fecundo y verdadero. Y eso incluye también la entrega de los cuerpos.
La pornografía contradice este principio fundamental al transformar la sexualidad en un producto de consumo que desfigura su naturaleza relacional y oblativa.
Juan Pablo II recuerda que la sexualidad es un don de Dios, que forma parte del proyecto que tiene para el hombre tal como lo pensó en su origen, una verdadera teología cuando se orienta de manera adecuada.
En su desarrollo, enfatiza que el ser humano no puede tratar a otro como un medio, como un mero objeto de placer, sino que está llamado a descubrir en el otro un don y que la única actitud correcta hacia otra persona es el amor, lo que implica respeto, entrega y reconocimiento de su dignidad irrepetible.
La necesidad de una educación afectivo-sexual adecuada
Frente a esta situación, es imperativo que las familias adoptemos un papel activo en la educación sexual de nuestros hijos, basada en el desarrollo de una sexualidad plena, consciente y orientada al amor auténtico.
Tenemos que hacer el esfuerzo de educar a nuestros hijos de manera que les ayudemos a integrar la afectividad y la sexualidad en un marco de valores sólidos, desarrollando la capacidad de espera, la gestión emocional y el compromiso responsable en las relaciones interpersonales.
Si no lo hacemos nosotros, y más pronto que tarde, lo harán las redes sociales por nosotros, la ruleta rusa de un revólver en cuyo tambor giratorio, solo hay un orificio sin bala.
Cinco consejos para abordar este desafío
- Ten con tus hijos una comunicación abierta y sincera: Fomenta un ambiente donde tus hijos se sientan cómodos para expresar sus dudas y preocupaciones sobre la sexualidad, asegurando respuestas adecuadas a su edad y madurez.
- Retrasa el momento de entregarles un dispositivo personal: Sería ideal poder retrasar la entrega del móvil hasta los 15 años. Si no te fuese posible, o si ya lo tienen, utiliza herramientas tecnológicas que limiten el acceso a contenido inapropiado, protegiéndoles de exposiciones no deseadas.
- Educa en positivo sobre el valor y la dignidad de la sexualidad humana: Transmíteles una visión positiva y respetuosa de la sexualidad, basada en el amor y el compromiso, alejada de la visión hedonista de la cultura actual.
- Adapta tu mensaje sobre la sexualidad a su sexo: Varones y mujeres sienten y viven la sexualidad de maneras muy diferentes. Si es posible, es muy recomendable que tanto los padres como las madres, o figuras masculinas y femeninas si falta alguno, hablen con hijos e hijas. Lo harán de manera diferente, aportándoles la riqueza de la complementariedad sexual del hombre y la mujer.
- Busca apoyo profesional cuando sea necesario: Si detectas un consumo problemático de pornografía, te recomiendo acudir a especialistas en psicología y sexología que tengan el mismo planteamiento sobre la educación sexual de tus hijos para abordar la situación de manera adecuada.
La formación integral de nuestros hijos requiere un esfuerzo conjunto entre familias, educadores, maestros y sociedad. Si queremos evitar que nuestros hijos aprendan sobre sexualidad a través de modelos erróneos y dañinos, debemos ser los primeros en guiarlos con amor, verdad y claridad.