Diplomáticos de los países europeos y funcionarios de las instituciones de Bruselas insisten que el gasto en defensa es un elemento clave para dar a Europa un papel más relevante en el mundo.
Pero en la revisión posterior a la crisis del coronavirus de los presupuestos plurianuales de la Unión Europea (UE), los dos principales proyectos de defensa europeos han sufrido un notable recorte. Se espera que otros sigan el mismo camino durante las negociaciones del fondo de recuperación económica.
Según la versión más reciente del borrador, el Fondo Europeo de Defensa, que busca incrementar la cooperación en investigación y desarrollo entre los países miembro, estaría dotado de 8.000 millones de euros. Se trata de 3.500 millones menos que los previstos en la propuesta original de 2018.
Los fondos para facilitar la movilidad de defensa, es decir, el movimiento de tropas y equipamiento entre países de la Unión, han sufrido un golpe aún más importante: los 5.700 millones de euros originalmente propuestos, ahora se habla de tan sólo 1.500.
Los países bálticos como Estonia están particularmente preocupados por los recortes a la movilidad, ya que para ellos la prioridad absoluta es disuadir un ataque ruso contra su territorio. La movilidad es también una de las principales áreas de cooperación entre la UE y la OTAN.
Francia, la principal potencia militar de la UE y la abogada más insistente a favor de la defensa, ve peligrar también su Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Se trata de una iniciativa independiente de los presupuestos europeos dotada con 9.200 millones de euros para intervenir sobre todo en apoyo a los países africanos. Se espera que el Fondo sufra un recorte muy importante durante las negociaciones presupuestarias post-Covid.
No todos los Estados Miembro ven con buenos ojos que la UE invierta en defensa. Algunos piensan que se desvía de sus objetivos principales. Otros, como los llamados «frugales», quieren que la Unión gaste menos en general.
Cambios en los presupuestos nacionales
En pleno descalabro económico por la crisis sanitaria, parece esperable que muchos países reduzcan sensiblemente sus inversiones en defensa. Se rompería así la tendencia al alza que dejó un récord el año pasado: los 1,9 billones de euros gastados en defensa a nivel mundial, la suma más importante desde el fin de la Guerra Fría.
Según varios expertos citados en el Financial Times, los recortes en materia de defensa serán generalizadas. En efecto, parece difícil que los políticos convenzan a la ciudadanía de la necesidad de invertir en armamento y operaciones exteriores en un contexto donde el paro y la precariedad se habrán disparado.
Sin embargo, a medio y largo plazo, será necesario que el gasto repunte. La inestabilidad internacional creciente y el incesante goteo de conflictos sin fin a la vista a las puertas de la UE presionarán fuertemente los gobiernos.
En cualquier caso, lo que parece claro es que cambiará la distribución del gasto militar.
Los países europeos invertirán más en ciberdefensa (y ciberataques) y en capacidad de respuesta a emergencias no directamente militares, como desastres naturales, epidemias y crisis migratorias. Aquéllos que lo tengan, mantendrán el arsenal nuclear, y todos invertirán más en capacidades de observación y telecomunicaciones por satélite. Asimismo, es probable que reduzcan algo más los efectivos humanos y en mayor medida vehículos costosos como carros de combate.
Por su parte, China ha anunciado un nuevo incremento de su gasto militar del 6,6%. La epidemia no ha pasado factura a los planes geopolíticos chinos.
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