Después de un mes de las elecciones y teniendo en cuenta las negociaciones y la formación, con una Presidenta del Parlament de JxCat, todo da a entender que para formar gobierno en Cataluña certifican que pocas cosas han cambiado tras las elecciones. No es de extrañar que haya cansancio en la ciudadanía. Se habla de pactos y de vetos sin tener en cuenta sus problemas, sus inquietudes reales: el trabajo, la salud, la lucha contra el virus quedan en un segundo plano.
Cataluña sigue fragmentada en dos bloques casi simétricos. Esta vez el independentismo ha conseguido un poco más de respaldo, que el constitucionalismo, poco más de un uno por ciento. Los votantes constitucionalistas se han abstenido más que los independentistas. Pero los dos bloques siguen donde estaban, el único cambio importante es que, dentro de cada bloque, crecen los extremos.