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Ofensivo acto inaugural de los Juegos Olímpicos en París

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¿Nos hemos vuelto locos? El mayor evento deportivo del mundo convertido en algo peor que una «Gay Pride».

Dan escalofríos si se piensa que alguien se sentó y diseñó esto durante meses: un particular descenso a los infiernos.

Propaganda ideológica

A poco que se estudie con calma, llama la atención los enormes paralelismos entre el acto inaugural de los Juegos Olímpicos y una artificiosa maquinaria de propaganda ideológica. Pero esto no es vanguardia: es pura ideología woke.

Se trata de una calentura que se ceba con la religión católica y que a duras penas puede disimular su intención blasfema.

El cielo lloraba ayer en París, pues fuimos víctimas de una ruptura apocalíptica de fundamentos. Lo de ayer fue una oda al modo en que la cultura cambia poco a poco el sentido común de la gente, sorbito a sorbito se traga el mensaje.

Una representación ideológica deleznable 

En París se dieron cita una larga lista de representaciones ideológicas que demostraban que quien no se adhiere por las buenas a esta vil aculturación lo hará por las malas, por imposición.

Niños bailando con homosexuales, drag queen, pasajes nauseabundos que mortifican siglos de gran arte francés y presentan una humanidad que ahora parece tener sentido solo a través de la transición de género.

Hegemonía cultural

La máquina de la inauguración de los Juegos Olímpicos estaba perfecta y a punto para la construcción de la hegemonía cultural: legalización del aborto, feminismo liberal marxista, hipersexualización, ideología de género, ofensa religiosa… había de todo, menos el verdadero espíritu olímpico, cuando debería ser el protagonista absoluto.

Tal y como escribía Simon Leys en Imágenes rotas«la mentira organizada lo ha podrido todo»  hasta la inauguración de unos juegos olímpicos.

Diversité

El nuevo lema acuñado para la ocasión fue «egalitè-fraternitè-diversité» un lenguaje inclusivo para unos discípulos de brujos, los cuales presumen de un deseo ostentado (pero unidireccional) de proteger y respetar cualquier credo y orientación.

Un respeto que no ha habido hacia la religión cristiana, por no hablar de la mayoría de la humanidad que es heterosexual.

Si el fin de un imperio o de una época puede verse a partir de la degradación de la sociedad, es más que evidente que nos estamos coronando.

Tono de burla y falta de respeto

La polémica parodia de la Última Cena, una burla evidente hacia la religión católica, está en el centro de una nota que los  obispos franceses han publicado a raíz del acto de ayer.

Señalan: «La ceremonia de apertura propuesta por el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos ha incluido, por desgracia, escenas de burla del cristianismo, que deploramos profundamente.

Pensemos en todos los cristianos de todos los continentes que han sido heridos por el exceso y la provocación de ciertas escenas.

Queremos que entiendan que la celebración olímpica va mucho más allá de los prejuicios ideológicos de algunos artistas.

Creemos que los valores y los principios expresados y difundidos por el deporte y los Juegos Olímpicos -escriben de nuevo los obispos- contribuyen a esta necesidad de unidad y fraternidad que tanto necesita nuestro mundo, respetando las convicciones de todos, en torno al deporte que nos une y para promover la paz de las naciones y de los corazones.

El deporte es una maravillosa actividad humana y los Juegos Olímpicos son un movimiento al servicio de esta realidad de unidad y fraternidad humana».

Sin Dios, soy dios

La Francia de Macron ha demostrado al mundo su decadencia y odio anticatólico.

Parece casi imposible comprimir en unas horas tanta depravación, furor destructivo e histerias colectivas más que despreciables.

Como decía Václav Havel «los individuos confirman el sistema, cumplen el sistema, hacen el sistema, son el sistema».

Por ello, somos responsables de proclamar que se ha hecho evidente que sin Dios solo queda fealdad, degeneración y podredumbre y se pasa a vivir en una mentira institucionalizada. Sino vean lo que está ante sus ojos.

Se trata de una calentura que se ceba con la religión católica y que a duras penas puede disimular su intención blasfema Clic para tuitear

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