El inicio del año escolar es para los estudiantes una oportunidad para renovar sus propósitos y proyectos en el camino del conocimiento.
Por ello, el obispo de Lamezia Terme, monseñor Serafino Parisi, en su labor de pastor, ha dirigido una carta a los estudiantes de su diócesis, reflexionando no sólo sobre los retos académicos, sino también sobre la influencia de las nuevas tecnologías en sus vidas.
La esencia del hombre
La importancia de este mensaje radica en no desprendernos de lo propio del hombre, en una era dominada por las tecnologías digitales y la inteligencia artificial, donde el riesgo de ser manipulados por estas herramientas es cada vez más evidente.
En su carta, el obispo, impulsa a los estudiantes a establecer una conexión interna profunda que les permita ser dueños de su voluntad y capacidad para gobernarse a sí mismos.
¿El «link» adecuado entre la escuela y la vida? El que hay entre el cerebro, el corazón, los ojos y las manos»
El prelado quiere entregar una «herramienta» útil para el nuevo año escolar. Es una «herramienta inmaterial», explica: «no se puede tocar ni ver». Es «la conexión que me gustaría que tuvieras entre el cerebro, el corazón, los ojos y las manos […] y que les garantiza, cuando están bien, permanecer alerta, lúcidos, reactivos, proactivos y no resilientes»
Monseñor Parisi afirma que
una tecnología omnipresente acabará cambiando el enfoque en el estudio y el conocimiento».
La irrupción de las nuevas tecnologías, acelerada por la inteligencia artificial, está moldeando la forma en que los jóvenes acceden a la información y cómo procesan el conocimiento.
El peligro de esta transformación, señala el obispo, es la tendencia de las máquinas a privar a las personas de una interacción humana genuina, sustituyendo las relaciones directas y auténticas por algoritmos que no tienen en cuenta las necesidades más humanas y evidentes.
¿Qué hay detrás del algoritmo?
El algoritmo, como mecanismo impersonal, ordena los ritmos y el uso del tiempo, lo que puede convertir a las personas en robots, simples ejecutores de tareas sin capacidad de discernimiento.
El algoritmo nos muestra constantemente lo que nos ha interesado reforzando nuestras creencias aunque sean erróneas»,
observa el obispo, subrayando el peligro de esta tendencia a alimentar únicamente aquello que ya pensamos.
Este ciclo cerrado impide la confrontación de ideas, un elemento esencial para el crecimiento personal e intelectual.
Al fin y al cabo, la escuela es un viaje y viajar nos expone a lo desconocido y, por tanto, al riesgo ventajoso de cuestionar nuestras creencias»,
agrega monseñor, destacando la necesidad de que los estudiantes permanezcan abiertos a nuevas ideas y enfoques.
Muerte espiritual
Sin embargo, esta apertura al conocimiento está en riesgo debido a la invasión tecnológica que, como apunta el obispo, está colonizando nuestras mentes. Las fuerzas impersonales de la tecnología están controlando los contornos y contenidos de nuestras vidas, diluyendo nuestra humanidad. Esta pérdida de humanidad nos está llevando hacia una muerte espiritual de la cual no somos plenamente conscientes.
En su carta, monseñor Parisi también lamenta que hemos permitido que nuestra comunicación se lleve a cabo a través de dispositivos electrónicos, dejando morir nuestra imaginación y creatividad en la relación humana real. Somos esclavos de mundos virtuales diseñados por otros.
Lo más preocupante, a la luz de las reflexiones del prelado, es la ambición inconsciente de delegar nuestras acciones personales y humanas en máquinas, que, aunque eficaces, carecen de alma y conciencia.
Aquí se plantea un desafío crucial: el de comprender los límites de la inteligencia artificial y su incapacidad para recrear la dimensión ética y creativa que caracteriza al ser humano.
«Es importante permanecer lúcido y ser capaz de leer siempre, hasta nuestro último aliento, el contexto», exhorta el obispo. Esta capacidad de leer el contexto es, para él, un rasgo distintivo de la inteligencia humana, una habilidad que va más allá de los cálculos fríos y predecibles de un algoritmo.
La verdadera inteligencia implica conectar el cerebro, el corazón, los ojos y las manos en una armonía que solo el ser humano puede lograr. Este proceso de lectura del contexto es algo que ningún algoritmo, por avanzado que sea, puede replicar.
Finalmente, el obispo recuerda a los estudiantes que «la persona y su corazón deben permanecer en el centro» de cualquier consideración tecnológica. A pesar de los avances técnicos y las innovaciones, es fundamental que el ser humano mantenga el control sobre su vida y sus decisiones. Solo así podrán hacer frente a la aventura de vivir en una sociedad cada vez más automatizada sin sucumbir a la deshumanización que estas tecnologías pueden generar.
La verdadera inteligencia implica conectar el cerebro, el corazón, los ojos y las manos en una armonía que solo el ser humano puede lograr. Este proceso de lectura del contexto es algo que ningún algoritmo, por avanzado que sea,… Share on X