Algunos opinan que en la escuela pública no debe haber ninguna enseñanza confesional porque nuestro Estado es «laico» y no cabe en la escuela pública confesión religiosa alguna.
Pero conviene advertir que no es lo mismo «laico» que «laicista». El laicismo es excluyente de toda confesión religiosa.
Todas las posturas negativas hacia la enseñanza de la religión, y de la religión católica en particular, se olvidan de que la formación religiosa y moral de los alumnos es un derecho de los padres y no del Estado; no es competencia de este decidir qué tipo de formación religiosa o moral deba darse a los estudiantes.
Tampoco ciertos grupos minoritarios, por mucha fuerza mediática que reciban, tienen derecho a exigir la imposición de sus posturas contra la opinión y derecho de los padres.