El obispo Rolando Álvarez de Matagalpa fue enviado de regreso al Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro de Tipitapa de Nicaragua, una prisión conocida como “La Modelo”, después de que fracasaron las negociaciones con funcionarios del gobierno sobre su exilio.
La dictadura de extrema izquierda del presidente Daniel Ortega esperaba poder persuadirlo para que aceptara el exilio en Roma, pero se negó a huir.
Lo llevaron de La Modelo a la sede de la conferencia episcopal de Nicaragua en Managua, la capital, pero lo enviaron de regreso a la cárcel después de solo dos días.
Ahora cumplirá una condena de 26 años por “atentado a la seguridad y soberanía nacional, difusión de noticias falsas a través de las tecnologías de la información, entorpecimiento de un funcionario en el ejercicio de sus funciones, desobediencia agravada o desacato a la autoridad”.
El obispo Álvarez se resistió a un intento de llevarlo a Estados Unidos cuando se negó a subir a un avión con otros 222 presos políticos y religiosos en febrero. Fue juzgado y encarcelado al día siguiente.
Se cree que se encuentra entre otros 37 presos políticos que permanecen en las cárceles de Nicaragua desde que el dictador Ortega tomó medidas enérgicas contra los rivales políticos, la prensa libre y la Iglesia Católica.
Según el obispo auxiliar Silvio José Báez de Managua, exiliado en Florida, el obispo saldrá de Nicaragua solo si el Papa Francisco ordena específicamente su salida.
Más de 500 ataques a la Iglesia siguieron a los esfuerzos de altos clérigos para mediar en los disturbios nacionales de 2018 que se cobraron más de 300 vidas y debido a sus llamados a reformas democráticas y a la defensa de los derechos humanos.
Ortega finalmente accedió a las elecciones de 2021 pero él y Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta, despejaron el campo de la oposición al arrestar a otros siete candidatos presidenciales junto a 140 políticos, intelectuales, empresarios, exdiplomáticos y periodistas. Incluyen a exrebeldes sandinistas que una vez lucharon junto a él en los años 70 y 80.
En medio de la represión, catedrales e iglesias han sido sitiadas y bombardeadas, y obispos y clérigos y la dictadura ha querido representarlos como supuestamente enemigos de la gente que está del lado de los “golpistas”.
