Tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco, ha dirigido sus palabras específicamente a abordar la situación que vive Myanmar.
El obispo de Roma dijo: “En estos días estoy siguiendo con profunda preocupación la evolución de la situación que se ha producido en Myanmar, un país que, desde el momento de mi Visita Apostólica en 2017, he llevado en mi corazón con gran afecto”.
Actualmente, Myanmar pasa por una crisis política y social, después que el 1 de febrero, las fuerzas armadas realizaron un golpe militar que produjo el arresto de la líder y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
Preocupación por la paz en Myanmar
En este contexto, el Papa expresó: “deseo asegurar una vez más mi cercanía espiritual, mi oración y mi solidaridad con el pueblo de Myanmar, y rezo para que quienes tienen responsabilidades en el país se pongan con sincera voluntad al servicio del bien común, promoviendo la justicia social y la estabilidad nacional para una convivencia democrática armoniosa”.
El Papa visitó Myanmar el año 2017. En su discurso a las autoridades, cuerpo diplomático y sociedad civil, Francisco expresó su preocupación por la paz y la convivencia democrática: “El futuro de Myanmar debe ser la paz, una paz basada en el respeto de la dignidad y de los derechos de cada miembro de la sociedad, en el respeto por cada grupo étnico y su identidad, en el respeto por el estado de derecho y un orden democrático que permita a cada individuo y a cada grupo —sin excluir a nadie— ofrecer su contribución legítima al bien común”, según explica Vatican News.
Llamamientos internacionales poco eficaces
El miércoles, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pidió al nuevo gobierno dirigido por el general Min Aung Hlaing, la liberación de todos los detenidos, el respeto de los derechos humanos evitando el uso de la violencia y el restablecimiento del proceso democrático, aunque sin condenar explícitamente el golpe debido a la oposición de China y Rusia. Además, Indonesia y Malasia han convocado una reunión extraordinaria de Asean, la Asociación de Países del Sudeste Asiático, de la que Myanmar es miembro. Pero hasta ahora todo parece inútil.
Hasta ahora, incluso el silencio impuesto por las redes sociales ha aumentado el aislamiento del país. La única voz posible para expresar el descontento es la calle, que está animada desde el pasado martes. Lo mismo ha ocurrido en los hospitales, donde los médicos de 30 ciudades han exhibido un lazo rojo, el color del partido de San Suu Kyi.