Hasta tres mujeres mayores han sido encontradas muertas en sus apartamentos recientemente. Murieron solas y estuvieron así mucho tiempo, unas más que otras. Lo que está claro es que este hecho revela una realidad creciente en la sociedad española actual: la soledad y morir en soledad. Algo está fallando en el alivio de una soledad que afecta cada vez más a más gente, más allá del último instante.
Es el caso de Amanda, que fue encontrada muerta por la policía en un piso de Madrid. La anciana llevaba cinco años muerta. Se trataba de una mujer muy educada y logopeda de profesión. Tenía una oficina y a veces se quedaba a dormir allí, eso hizo que nadie pensara que le había pasado algo.
Fue la llamada de una sobrina, residente en Israel, la que llevó a la policía hasta esta vivienda para, finalmente, encontrarse con el cuerpo momificado de Amanda.
Otro caso es el de la mujer encontrada muerta en su vivienda en Vigo. La mujer, de unos 44 años, había pasado desapercibida para todos hasta que los bomberos encontraron su cadáver. Llevaba muerta varias semanas. Estaba sola y nadie la conocía. Ninguno de sus vecinos pudo describirla porque no la habían visto nunca, ni sabían cómo se llamaba.
La última víctima aparecida en circunstancias similares ha corrido más suerte ya que en su caso fueron 10 días los que se tardó en saber lo que le había pasado. Este pasado domingo se encontró el cadáver de una mujer de 66 años que vivía sola en el Sector Oficios, un barrio de la localidad de Tres Cantos en Madrid.
Según fuentes de la investigación llevaría muerta cerca de diez días, sin que ningún vecino ni familiar se percatara de ello.
También en Madrid, en las últimas semanas ha sido encontrado en su casa el cadáver de un hombre que llevaba fallecido un año en Puente de Vallecas.
El riesgo de una sociedad de solitarios
Estos hechos, para nada aislados, revelan el riesgo de estar adentrándonos en una sociedad envejecida (a tenor por la crisis de natalidad), de gente mayor y solitaria.
Además, las generaciones de personas mayores actuales todavía recogen poco el impacto del creciente fenómeno del divorcio. Ahora se tratan de mujeres y hombres viudos en general; luego vendrán las generaciones que ya aparecen en las estadísticas y que conforman las familias monoparentales: en el futuro esto empeorará.
No es un hecho solo español, aunque sí del primer mundo. Recientemente el Reino Unido se planteaba su crear un ministerio específico para atender el problema de la soledad, que evidentemente, también trae colateralmente la carga que suponen los costes para el sistema público sanitario.
Morir en soledad, una lacra derivada de otra: vivir en soledad, sin vínculos estables, duraderos y fuertes.
